martes, 18 de junio de 2013

Las distintas teorías sobre la agresividad

CAPITULO 1. Las distintas teorías sobre la agresividad

En esta primera parte se estudia el fenómeno de la agresividad, que se ha incrementado alarmantemente en la sociedad actual hasta crear un determinado clima social y que, pese a ello, ha sido poco estudiado, no tanto desde el punto de vista teórico como en el de trabajos de campo. En principio es necesario distinguir entre agresión y agresividad, aunque en ambas debe darse un elemento de internacionalidad de dañar a otro, a veces contra un sustituto o contra uno mismo. La agresividad se define (Van Rillaer, 1978) como la "disposición dirigida a defenderse o afirmarse frente a alguien o algo". La agresión es esa disposición cuando se lleva a cabo, es un acto en sí, palpable y efectivo, no una mera tendencia. ¿Es la agresividad un instinto? Para muchos autores es un impulso básico e innato. Así lo cree el psicoanálisis, en su primera fase, con el instinto de destrucción y también la etología. Lorenz señala como las cuatro pulsiones básicas, comunes a hombres y animales, el hambre, la sexualidad, la agresividad y el miedo. Otros autores por el contrario centran el problema en las influencias ambientales. La agresividad no es más que una reacción aprendida del entorno. Entre estos estarían los conductistas, con la hipótesis de frustración-agresión, sostenida hoy por Berkowitz y la teoría del aprendizaje social cuyo máximo representante es Bandura. La idea núcleo es que el origen de la agresión es una frustración previa que tiene como consecuencia la agresión, aunque existen otros factores de tipo psicológico a tener en cuenta, como el grado de instigación, los mecanismos de inhibición que el sujeto puede tener -como consecuencia de anteriores castigos ante actos agresivos-, la catarsis (tras mostrar la conducta agresiva baja el grado de agresividad), la agresión como conducta reforzada, el aprendizaje social, el reforzamiento positivo -que aumenta considerablemente las respuestas agresivas- la interpretación -interpreto de manera negativa todo lo que el otro me dice- así como las características individuales. Comparando niños agresivos con no agresivos se ve que aquellos buscan menos información para resolver situaciones conflictivas, que perciben hostilmente las intenciones del adversario y que anticipan menos las consecuencias que su conducta podrá tener. Creen que la respuesta agresiva es legítima y que la víctima merece el castigo y que no sufre. En realidad todas estas teorías no dan más que una visión parcial del problema de lo que se entiende por agresividad. Otra escuela, la del naturalismo -Maslow- afirma que el origen del fenómeno agresivo se encuentra en la debilidad, la inestabilidad y el bajo amor propio. Los sujetos no realizados carecían de tolerancia ante la frustración. La solución pasa por conseguir un ego fuerte. La incógnita es cómo conseguirlo.


CAPITULO 2. La agresión en el ámbito escolar

Un cambio que se ha producido es que en tiempos pasados las agresiones se desarrollaban entre pandillas, entre pares, mientras que hoy se dirigen primeramente a gente adulta, incluidos maestros y padres. El autor cree que esto es debido a la violencia y agresividad social, que es la estructura social la que genera altos niveles de ansiedad y agresividad. La deshumanización del proceso de producción y consumo, la aglomeración, falta de privacidad, condiciones de vida, medios de comunicación-TV, especialmente -fomentan la frustración y con ella la agresividad.

La violencia cotidiana influye en nuestros hábitos y nuestros comportamientos. ¿Cuál es el origen de las conductas agresivas en el niño? Existen distintas teorías o enfoques que intentan responder a este interrogante. 1. El enfoque cognitivo. Kohlberg (1980) dice que lo realmente importante en el desarrollo del niño es la posibilidad de adoptar papeles y reglas propias. La interaccíón con iguales y la institución de normas del grupo permite al niño adquirir estrategias sociales mediante procesos de negociación e intercambio. 2) El enfoque etológico. Blurton y Jones llevaron a cabo una experiencia de "juego desordenado" (tirarse al suelo, rodar, saltar) que les hizo concluir que el hecho de la interacción con iguales es un elemento fundamental en la socialización de las conductas agresivas. 3) Enfoque social. Entiende la conducta como fruto de las distintas influencias sociales que sobre ellos son ejercidas. El grupo juega un importante papel en el proceso de interiorización y adaptación de las normas sociales. Una de las ideas centrales es la referida a los roles, cada sujeto tiene uno asignado, que despierta las expectativas de los demás. Si no se cumple se entra en conflicto. Al sujeto se le considera inadaptado, conflictivo, agresivo. La escuela favorece a la clase media, y los que no provienen de este medio estarán en desventaja.

MARCO CONTEXTUAL Y ANTECEDENTES
El fenómeno de la violencia ha aumentado tanto en este último tiempo que ha generado una gran preocupación internacional. Afecta distintos ámbitos de la vida de las personas, y abarca desde niveles macro sociales como los atentados terroristas y las masacres en muchos pueblos, hasta otros micro sociales, tales como por ejemplo, la proliferación de la violencia en las familias, en las escuelas y en el deporte. En los últimos años también han cobrado mayor notoriedad situaciones de violencia ligadas al género, al hostigamiento y acoso laboral ("mobbing") y al maltrato entre pares ("bullying"). Estos tipos de violencia que circulan permanentemente por el mundo como "noticias" en los medios masivos de comunicación, no son nuevos.
Sin embargo, podría pensarse que diferentes procesos sociales y culturales que vienen aconteciendo desde las últimas décadas han ido permitiendo que estas modalidades violentas se tornen visibles como problemas a resolver y prevenir. Evitando así que se naturalicen. Enfocar el tema de la violencia supone, entonces, hacer referencia a múltiples y complejos determinantes de la misma, como son los factores históricos, comunitarios, institucionales, familiares e individuales.
Resulta difícil definir de manera unívoca y universalmente válida lo que entendemos por violencia, en rigor podríamos hablar de "múltiples violencias" interconectadas cuya intensidad y formas de expresión en los diferentes contextos, parecen hoy en día haber cobrado una dimensión inusitada.
Dentro del contexto amplio que venimos señalando, se puede recortar un fenómeno particular que es la violencia en las escuelas.
No es de extrañar que el ámbito escolar reproduzca como una caja de resonancia actos violentos de naturaleza muy diversa, material y simbólica, tanto entre adultos como entre menores, y también en la relación entre adultos y menores.
Según Bringiotti (2000), sería más adecuado hablar de un interjuego de la violencia social, la violencia institucional y la violencia intrafamiliar, y es este interjuego el que ofrece una multiplicidad de situaciones de las que los niños participan directa o indirectamente y que acarrean sus consecuencias sobre ellos.
Existen distintas conductas que pueden considerarse como casos de agresión, sin embargo, a pesar de que, tomen distintas formas todas tienen un común denominador, cual es dañar o lesionar a otra persona, intención que resulta difícil de juzgar excepto en casos de agresión burda, donde el significado agresivo de la acción se expresa en las consecuencias de la misma (Mischel, 1988).
Para la teoría del aprendizaje social: la conducta agresiva puede adquirirse meramente por la observación y la imitación de la conducta de modelos agresivos y no requiere necesariamente la existencia de un estado de frustración previa. Según esta concepción de la agresión no existiría una pulsiòn agresiva de tipo innato ni tampoco existen estímulos específicos desencadenantes de la conducta agresiva, sino que seria el resultado de procesos de aprendizaje (Mayor, 1985).
Esta teoría acentúa la importancia de los procesos vicarios, simbólicos y autorregulatorios en el funcionamiento psicológico; reconoce el rol de la observación influyendo notablemente en los pensamientos, afectos y conducta humana. Por otra parte, enfatiza la importancia del aprendizaje social dado que destaca el rol de los procesos de autorregulación, es decir, la capacidad de las personas de discriminar, seleccionar, organizar y transformar los estímulos que los afecta, concibiendo al individuo como agente de su propio cambio.
Por lo tanto esta teoría explicaría a la conducta humana, como la interacción recíproca de tres elementos: cognitivos, comportamentales y ambientales; lo cual permite que los individuos puedan influir en su destino y en la autodirección de sus limites.

No hay comentarios:

Publicar un comentario