CAPITULO 1. Las distintas
teorías sobre la agresividad
En esta
primera parte se estudia el fenómeno de la agresividad, que se ha
incrementado alarmantemente en la sociedad actual hasta crear un determinado
clima social y que, pese a ello, ha sido poco estudiado, no tanto desde el
punto de vista teórico como en el de trabajos de campo. En principio es
necesario distinguir entre agresión y agresividad, aunque en ambas debe darse
un elemento de internacionalidad de dañar a otro, a veces contra un sustituto o
contra uno mismo. La agresividad se define (Van Rillaer, 1978) como la
"disposición dirigida a defenderse o afirmarse frente a alguien o
algo". La agresión es esa disposición cuando se lleva a cabo, es un acto
en sí, palpable y efectivo, no una mera tendencia. ¿Es la agresividad un
instinto? Para muchos autores es un impulso básico e innato. Así lo cree el
psicoanálisis, en su primera fase, con el instinto de destrucción y también la
etología. Lorenz señala como las cuatro pulsiones básicas, comunes a hombres y
animales, el hambre, la sexualidad, la agresividad y el miedo. Otros autores
por el contrario centran el problema en las influencias ambientales. La
agresividad no es más que una reacción aprendida del entorno. Entre estos
estarían los conductistas, con la hipótesis de frustración-agresión, sostenida
hoy por Berkowitz y la teoría del aprendizaje social cuyo máximo representante
es Bandura. La idea núcleo es que el origen de la agresión es una frustración
previa que tiene como consecuencia la agresión, aunque existen otros factores
de tipo psicológico a tener en cuenta, como el grado de instigación, los
mecanismos de inhibición que el sujeto puede tener -como consecuencia de
anteriores castigos ante actos agresivos-, la catarsis (tras mostrar la
conducta agresiva baja el grado de agresividad), la agresión como conducta
reforzada, el aprendizaje social, el reforzamiento positivo -que aumenta
considerablemente las respuestas agresivas- la interpretación -interpreto de
manera negativa todo lo que el otro me dice- así como las características
individuales. Comparando niños agresivos con no agresivos se ve que aquellos
buscan menos información para resolver situaciones conflictivas, que perciben
hostilmente las intenciones del adversario y que anticipan menos las
consecuencias que su conducta podrá tener. Creen que la respuesta agresiva es
legítima y que la víctima merece el castigo y que no sufre. En realidad todas
estas teorías no dan más que una visión parcial del problema de lo que se
entiende por agresividad. Otra escuela, la del naturalismo -Maslow- afirma que
el origen del fenómeno agresivo se encuentra en la debilidad, la inestabilidad
y el bajo amor propio. Los sujetos no realizados carecían de tolerancia ante la
frustración. La solución pasa por conseguir un ego fuerte. La incógnita es cómo
conseguirlo.
CAPITULO 2. La agresión
en el ámbito escolar
Un cambio
que se ha producido es que en tiempos pasados las agresiones se desarrollaban
entre pandillas, entre pares, mientras que hoy se dirigen primeramente a gente
adulta, incluidos maestros y padres. El autor cree que esto es debido a la
violencia y agresividad social, que es la estructura social la que genera altos
niveles de ansiedad y agresividad. La deshumanización del proceso de producción
y consumo, la aglomeración, falta de privacidad, condiciones de vida, medios de
comunicación-TV, especialmente -fomentan la frustración y con ella la
agresividad.
La violencia cotidiana influye en nuestros hábitos y nuestros comportamientos. ¿Cuál es el origen de las conductas agresivas en el niño? Existen distintas teorías o enfoques que intentan responder a este interrogante. 1. El enfoque cognitivo. Kohlberg (1980) dice que lo realmente importante en el desarrollo del niño es la posibilidad de adoptar papeles y reglas propias. La interaccíón con iguales y la institución de normas del grupo permite al niño adquirir estrategias sociales mediante procesos de negociación e intercambio. 2) El enfoque etológico. Blurton y Jones llevaron a cabo una experiencia de "juego desordenado" (tirarse al suelo, rodar, saltar) que les hizo concluir que el hecho de la interacción con iguales es un elemento fundamental en la socialización de las conductas agresivas. 3) Enfoque social. Entiende la conducta como fruto de las distintas influencias sociales que sobre ellos son ejercidas. El grupo juega un importante papel en el proceso de interiorización y adaptación de las normas sociales. Una de las ideas centrales es la referida a los roles, cada sujeto tiene uno asignado, que despierta las expectativas de los demás. Si no se cumple se entra en conflicto. Al sujeto se le considera inadaptado, conflictivo, agresivo. La escuela favorece a la clase media, y los que no provienen de este medio estarán en desventaja.
MARCO
CONTEXTUAL Y ANTECEDENTESLa violencia cotidiana influye en nuestros hábitos y nuestros comportamientos. ¿Cuál es el origen de las conductas agresivas en el niño? Existen distintas teorías o enfoques que intentan responder a este interrogante. 1. El enfoque cognitivo. Kohlberg (1980) dice que lo realmente importante en el desarrollo del niño es la posibilidad de adoptar papeles y reglas propias. La interaccíón con iguales y la institución de normas del grupo permite al niño adquirir estrategias sociales mediante procesos de negociación e intercambio. 2) El enfoque etológico. Blurton y Jones llevaron a cabo una experiencia de "juego desordenado" (tirarse al suelo, rodar, saltar) que les hizo concluir que el hecho de la interacción con iguales es un elemento fundamental en la socialización de las conductas agresivas. 3) Enfoque social. Entiende la conducta como fruto de las distintas influencias sociales que sobre ellos son ejercidas. El grupo juega un importante papel en el proceso de interiorización y adaptación de las normas sociales. Una de las ideas centrales es la referida a los roles, cada sujeto tiene uno asignado, que despierta las expectativas de los demás. Si no se cumple se entra en conflicto. Al sujeto se le considera inadaptado, conflictivo, agresivo. La escuela favorece a la clase media, y los que no provienen de este medio estarán en desventaja.
El fenómeno de la violencia ha
aumentado tanto en este último tiempo que ha generado una gran preocupación
internacional. Afecta distintos ámbitos de la vida de las personas, y abarca
desde niveles macro sociales como los atentados terroristas y las masacres en
muchos pueblos, hasta otros micro sociales, tales como por ejemplo, la
proliferación de la violencia en las familias, en las escuelas y en el deporte.
En los últimos años también han cobrado mayor notoriedad situaciones de
violencia ligadas al género, al hostigamiento y acoso laboral
("mobbing") y al maltrato entre pares ("bullying"). Estos
tipos de violencia que circulan permanentemente por el mundo como
"noticias" en los medios masivos de comunicación, no son nuevos.
Sin embargo, podría pensarse que diferentes procesos sociales y culturales que vienen aconteciendo desde las últimas décadas han ido permitiendo que estas modalidades violentas se tornen visibles como problemas a resolver y prevenir. Evitando así que se naturalicen. Enfocar el tema de la violencia supone, entonces, hacer referencia a múltiples y complejos determinantes de la misma, como son los factores históricos, comunitarios, institucionales, familiares e individuales.
Resulta difícil definir de manera unívoca y universalmente válida lo que entendemos por violencia, en rigor podríamos hablar de "múltiples violencias" interconectadas cuya intensidad y formas de expresión en los diferentes contextos, parecen hoy en día haber cobrado una dimensión inusitada.
Dentro del contexto amplio que venimos señalando, se puede recortar un fenómeno particular que es la violencia en las escuelas.
No es de extrañar que el ámbito escolar reproduzca como una caja de resonancia actos violentos de naturaleza muy diversa, material y simbólica, tanto entre adultos como entre menores, y también en la relación entre adultos y menores.
Según Bringiotti (2000), sería más adecuado hablar de un interjuego de la violencia social, la violencia institucional y la violencia intrafamiliar, y es este interjuego el que ofrece una multiplicidad de situaciones de las que los niños participan directa o indirectamente y que acarrean sus consecuencias sobre ellos.
Existen distintas conductas que pueden considerarse como casos de agresión, sin embargo, a pesar de que, tomen distintas formas todas tienen un común denominador, cual es dañar o lesionar a otra persona, intención que resulta difícil de juzgar excepto en casos de agresión burda, donde el significado agresivo de la acción se expresa en las consecuencias de la misma (Mischel, 1988).
Sin embargo, podría pensarse que diferentes procesos sociales y culturales que vienen aconteciendo desde las últimas décadas han ido permitiendo que estas modalidades violentas se tornen visibles como problemas a resolver y prevenir. Evitando así que se naturalicen. Enfocar el tema de la violencia supone, entonces, hacer referencia a múltiples y complejos determinantes de la misma, como son los factores históricos, comunitarios, institucionales, familiares e individuales.
Resulta difícil definir de manera unívoca y universalmente válida lo que entendemos por violencia, en rigor podríamos hablar de "múltiples violencias" interconectadas cuya intensidad y formas de expresión en los diferentes contextos, parecen hoy en día haber cobrado una dimensión inusitada.
Dentro del contexto amplio que venimos señalando, se puede recortar un fenómeno particular que es la violencia en las escuelas.
No es de extrañar que el ámbito escolar reproduzca como una caja de resonancia actos violentos de naturaleza muy diversa, material y simbólica, tanto entre adultos como entre menores, y también en la relación entre adultos y menores.
Según Bringiotti (2000), sería más adecuado hablar de un interjuego de la violencia social, la violencia institucional y la violencia intrafamiliar, y es este interjuego el que ofrece una multiplicidad de situaciones de las que los niños participan directa o indirectamente y que acarrean sus consecuencias sobre ellos.
Existen distintas conductas que pueden considerarse como casos de agresión, sin embargo, a pesar de que, tomen distintas formas todas tienen un común denominador, cual es dañar o lesionar a otra persona, intención que resulta difícil de juzgar excepto en casos de agresión burda, donde el significado agresivo de la acción se expresa en las consecuencias de la misma (Mischel, 1988).
Para la teoría del aprendizaje social:
la conducta agresiva puede adquirirse meramente por la observación y la imitación
de la conducta de modelos agresivos y no requiere necesariamente la
existencia de un estado de frustración previa. Según esta concepción de la
agresión no existiría una pulsiòn agresiva de tipo innato ni tampoco existen
estímulos específicos desencadenantes de la conducta agresiva, sino que seria
el resultado de procesos de aprendizaje (Mayor, 1985).
Esta teoría acentúa la importancia de los
procesos vicarios, simbólicos y autorregulatorios en el funcionamiento
psicológico; reconoce el rol de la observación influyendo notablemente en los
pensamientos, afectos y conducta humana. Por otra parte, enfatiza la importancia
del aprendizaje social dado que destaca el rol de los procesos de
autorregulación, es decir, la capacidad de las personas de discriminar,
seleccionar, organizar y transformar los estímulos que los afecta, concibiendo
al individuo como agente de su propio cambio.
Por lo
tanto esta teoría explicaría a la conducta humana, como la interacción
recíproca de tres elementos: cognitivos, comportamentales y ambientales; lo
cual permite que los individuos puedan influir en su destino y en la
autodirección de sus limites.
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