Incendios
forestales
1
|
|
INTRODUCCIÓN
|
Incendios
forestales, fuegos naturales o provocados que queman la
vegetación natural o artificial (bosques, repoblaciones forestales, matorrales
o pastizales). Los silvicultores suelen distinguir entre tres tipos de incendio
forestal: los fuegos de suelo, que queman la capa de humus del suelo del bosque
pero no arden de forma apreciable sobre la superficie; los fuegos de
superficie, que queman el sotobosque y los residuos superficiales; y los fuegos
de copa, que avanzan por las copas de los árboles o arbustos. Es frecuente que
se produzcan dos o tres de estos tipos de incendio al mismo tiempo. Los
programas de lucha contra el fuego son frecuentes en muchos países, e incluyen
la prevención de incendios, la extinción de incendios y el manejo del fuego en
la gestión de los suelos.
2
|
|
PREVENCIÓN DE INCENDIOS
|
La mayor parte de los incendios forestales de
deben a descuidos humanos o son provocados. Son comparativamente pocos los
incendios originados por los rayos u otras causas naturales. Las condiciones
climatológicas influyen en la susceptibilidad que un área determinada presenta
frente al fuego; factores como la temperatura, la humedad y la pluviosidad
determinan la velocidad y el grado al que se seca el material inflamable y, por
tanto, la combustibilidad del bosque. El viento tiende a acelerar la desecación
y a aumentar la gravedad de los incendios avivando la combustión.
Estableciendo la correlación entre los diversos
elementos climatológicos y la inflamabilidad de los residuos de ramas y hojas,
es posible predecir el riesgo de incendio de un día cualquiera en cualquier
localidad. En condiciones de riesgo extremo, los bosques pueden cerrarse al
público.
Aunque las organizaciones relacionadas con el control
del fuego combaten todos los incendios, los fuegos debidos a causas naturales
siempre han formado parte de la dinámica del ecosistema, como ocurre con los
incendios que se producen en las regiones de clima mediterráneo. La supresión
total de los incendios puede producir cambios indeseables en los patrones de
vegetación y puede permitir la acumulación de materiales combustibles,
aumentando las posibilidades de que se produzcan incendios catastróficos. En
algunos parques y reservas naturales, donde el objetivo es mantener las
condiciones naturales, normalmente se deja que los incendios provocados por los
rayos sigan su curso bajo una meticulosa vigilancia.
3
|
|
DETECCIÓN Y LUCHA CONTRA EL FUEGO
|
Uno de los aspectos más importantes en el
control de los incendios forestales es el sistema que permita localizarlos
antes de que tengan ocasión de extenderse. Las patrullas forestales con base en
tierra y las torres de vigilancia han sido, en gran medida, desplazadas por
aeroplanos o helicópteros que detectan los incendios, determinan su
localización en el mapa y vigilan su desarrollo.
Los fuegos de suelo, una vez declarados, son
difíciles de extinguir. Cuando la capa de humus no es muy profunda, es posible
apagarlos con agua o arena. En la mayor parte de los casos, no obstante, se
controlan excavando zanjas a su alrededor y dejando que se extingan por sí
mismos. Los fuegos de superficie se limitan limpiando el área adyacente de
vegetación baja y restos, o haciendo cortafuegos de emergencia para confinar el
área. Los fuegos de copa son difíciles de extinguir. Se puede dejar que lo
hagan por sí mismos, pueden ser detenidos con agua, o limitarse por medio de
cortafuegos. Así mismo, se pueden provocar contrafuegos, quemando con cuidado
una franja de bosque a sotavento del incendio para que cuando el fuego llegue
al área quemada no pueda ir más allá.
4
|
|
EL FUEGO EN LA PREPARACIÓN DEL SUELO
|
Los silvicultores pueden iniciar fuegos deliberadamente
bajo condiciones controladas para eliminar residuos tras una tala, favorecer el
crecimiento de plantones de árbol, o impedir que se acumulen productos
combustibles. Dado que la mayor parte de las herbáceas y los arbustos crecen
bien tras los incendios, y que los animales se sienten atraídos por los nuevos
y tiernos brotes, este tipo de incendios por prescripción a menudo benefician
tanto a la fauna silvestre como al ganado. El mosaico de vegetación de
diferentes edades que se produce cuando hay incendios frecuentes favorece una
rica diversidad de vida animal y vegetal.
Extinción de incendios
Un equipo de cortafuegos reúne palas y hachas para hacer una
zanja que detenga el fuego que se aproxima. En las áreas muy secas o remotas,
los bomberos intentan contener el fuego separándolo de nuevas fuentes de
combustible por medio de estos cortafuegos, en lugar de tratar de extinguirlo.
A pesar de los esfuerzos para limitar y prevenir los incendios forestales, cada
año se pierden millones de hectáreas de bosques por el fuego.
Extinción
de incendios
1
|
|
INTRODUCCIÓN
|
Bomberos
Un grupo de bomberos
extingue un incendio en una fábrica. Trajes especiales y cascos los protegen
del intenso calor y de los gases venenosos, pero su trabajo es duro y
peligroso. En un incendio, el equipo, además de tratar de contener y extinguir
el fuego, realiza las operaciones de rescate necesarias, protege las áreas
cercanas y dirige el trabajo de salvamento.
Imagine/Hutchison Library
Extinción de incendios, conjunto de técnicas empleadas
para apagar fuegos y minimizar el daño que pueden causar. Consiste en eliminar
uno o más de los tres elementos necesarios para la combustión —combustible,
calor y oxígeno— o en interrumpir la reacción en cadena de la combustión.
2
|
|
LUCHA CONTRA EL FUEGO
|
Primeros bomberos
El fuego ha sido un
elemento devastador en la historia de muchas ciudades. Los primeros bomberos no
disponían de herramientas ni técnicas para controlar grandes incendios, y a
menudo tenían que resignarse a observar cómo el fuego destruía bloques enteros
de edificios. Aquí, la multitud se agolpa mientras los bomberos intentan
extinguir las llamas que consumieron el Hanover Apartment Hotel en la Quinta
Avenida de Nueva York.
THE BETTMANN ARCHIVE
Generalmente el fuego se ataca aplicando agua al
material que está ardiendo, enfriándolo hasta el punto en que ya no se mantiene
la combustión. Cuando arden líquidos inflamables, determinados productos
químicos y metales combustibles, se deben utilizar ciertas técnicas y agentes
extintores específicos. Con algunos combustibles puede ser peligroso emplear
agua.
2.1
|
|
Máquinas extintoras
|
Camión de bomberos
Un camión de bomberos en
Santiago de Chile extrae agua de una boca de riego. El camión transporta una
cantidad limitada de agua, pero su misión principal es aumentar la presión con
el agua de la boca de riego. Su potente bomba interior conduce el agua por
largas mangueras hasta alcanzar las llamas.
Robert Francis/Robert Harding Picture Library
Las primeras máquinas, que aparecieron en el siglo XVII,
eran simples cubos sobre rodillos o ruedas. El agua se hacía llegar al fuego
por medio de recipientes que pasaban de mano en mano. El cubo funcionaba como
depósito de agua y a veces disponía de una bomba manual para sacar el agua a
través de una boquilla o tubería. La invención en Holanda, en el año 1672, de
la manguera de cuero cosida a mano permitió a los bomberos acercarse más al
fuego sin poner en peligro su equipo y logrando más precisión en la dirección
del flujo del agua. Al mismo tiempo se desarrollaron sistemas de bombeo que
permitieron sacar agua de ríos y estanques.
A principios del siglo XIX los remaches de cobre
sustituyeron a las costuras de las mangueras, que podían alcanzar longitudes de
hasta 15 metros, unidas con adaptadores de bronce; así se consiguió llevar agua
a través de pasillos estrechos y por escaleras de edificios, dejando fuera la
bomba. En 1870 se empezó a fabricar un tipo de manguera de caucho o hule
recubierta de algodón. Las máquinas de bombeo a vapor se utilizaron en las
grandes ciudades entre 1850 y 1860. La mayoría de estas máquinas iban equipadas
con una bomba de dos pistones. Algunos coches de bomberos eran autopropulsados,
pero la mayoría empleaban caballos para desplazarse y guardaban la presión del
vapor para la bomba.
Con la introducción del motor de combustión interna
a principios del siglo XX, los bomberos se motorizaron. Al principio los coches
de bomberos tenían dos motores: uno para la bomba y otro para mover el
vehículo. El primer coche con un solo motor para la bomba y para propulsarse se
fabricó en Estados Unidos en 1907. Ya en 1925 los coches a motor habían
reemplazado completamente a los de vapor. Las bombas evolucionaron hasta llegar
a las bombas centrífugas que utilizan hoy casi todos los bomberos de las
grandes ciudades.
En la actualidad, los coches de bomberos disponen
de potentes bombas capaces de expulsar agua a distintas presiones, mangueras de
gran longitud, mangueras cortas de gran diámetro para conectarlas a bocas de
riego y tanques de agua para atacar el fuego mientras se efectúa la conexión o
para lugares donde no hay bocas de riego. En las zonas rurales los bomberos
llevan mangueras de succión para abastecerse del agua de ríos y estanques.
2.2
|
|
Tipos de boquillas
|
Diversos tipos de boquillas consiguen proyectar el
agua como potentes chorros, cortinas de agua o en forma de niebla. Los coches
de bomberos están equipados con una selección de boquillas para utilizarlas
según la cantidad de calor que deba absorberse. Las boquillas son capaces de
lanzar agua en una escala que va desde 57 litros hasta más de 380 litros por
minuto. El chorro directo de agua tiene más alcance y penetración, pero la
niebla absorbe el calor con mayor rapidez pues las gotas de agua se distribuyen
en una superficie mayor. Las boquillas para producir niebla se pueden emplear
para dispersar vapores de líquidos inflamables, aunque para extinguir fuegos de
estos líquidos se suelen utilizar extintores de espuma.
2.3
|
|
Productos añadidos al agua
|
Con frecuencia se añaden productos químicos al agua
para aumentar su capacidad de extinción. Los agentes humectantes reducen la
tensión superficial del agua. De ese modo se aumenta la capacidad de
penetración del agua y se facilita la formación de pequeñas gotas, necesarias
para una absorción rápida del calor. Añadiendo al agua líquidos y productos
químicos espumantes se consigue formar barreras de espuma para cortar el fuego.
La espuma se utiliza para extinguir fuegos de líquidos combustibles como
petróleo y alquitrán, así como en los incendios en aeropuertos, refinerías y
conducciones de petróleo.
Los aditivos químicos pueden aumentar el volumen de la
espuma unas mil veces. Estas mezclas de agua y espuma de alta expansión son muy
útiles en incendios de sótanos y otros lugares de difícil acceso, ya que se
consigue amortiguar rápidamente el fuego con el mínimo daño por inundación de
agua.
2.4
|
|
Medios de salvaguardia
|
Son métodos que emplean los bomberos para proteger
mercancías, objetos y el interior de edificios de los daños que puedan sufrir
por el humo y el agua. Así, los objetos se cubren con material impermeable y el
agua se evacúa con aspiradores de agua, sumideros y bombas portátiles. La
mayoría de las unidades de bomberos disponen de equipos de salvaguardia, y en
algunas ciudades importantes existen empresas especializadas que son
contratadas por los bomberos.
2.4.1
|
|
Barcos apagafuegos
|
Barcos apagafuegos
Los barcos apagafuegos
acuden a rescatar un petrolero en la costa de México. Utilizando el suministro
ilimitado de agua circundante, estos barcos pueden bombear miles de litros de
agua por minuto para extinguir fuegos a una distancia de hasta 60 metros.
Potentes motores extraen el agua a través de unas tomas de agua de mar que se
encuentran en la parte inferior del barco; a continuación se bombea el agua
hasta el petrolero por medio de tuberías y mangueras.
Sam C. Pierson, Jr./Photo Researchers, Inc.
Los incendios a bordo de barcos presentan problemas
especiales, como la complicada reparación de los barcos siniestrados, el
peligro de hundimiento al escorarse el buque o la dificultad de acceder a la
fuente del fuego. Los barcos apagafuegos, que pueden ser desde pequeños barcos
de rescate de alta velocidad con potentes motores a reacción hasta grandes
remolcadores, están equipados con todo tipo de instrumentos y accesorios, como
escaleras, boquillas rotatorias y en ángulo, bombas portátiles, extintores de
espuma y otros sistemas específicos de extinción con dióxido de carbono;
también disponen de equipos de rescate.
2.5
|
|
Incendios forestales
|
Los incendios forestales se extienden por la transmisión
de calor a la hierba, arbustos y árboles. Como son muy difíciles de controlar,
el método a seguir es crear cortafuegos y atacar el fuego en varios frentes:
podando árboles y arbustos, con chorros de agua, aspersión aérea, con productos
químicos retardantes de la combustión y controlando el rebrote del fuego.
Cuando es posible, para hacer cortafuegos se aprovechan los ríos cercanos,
terrenos abiertos y otras facilidades que pueda ofrecer la zona del incendio.
Se practican cortafuegos de grandes dimensiones con la ayuda de excavadoras y
se inundan los bordes de estos cortafuegos con agua y productos químicos para
hacer más lenta la combustión. Algunas zonas del incendio se dejan quemar y
extinguirse por sí mismas. El equipo dedicado a apagar el fuego debe estar
alerta para prevenir que el fuego atraviese los cortafuegos.
Los equipos de bomberos están organizados y entrenados
para controlar incendios de grandes dimensiones. Cuentan con puestos de
control, oficinas y depósitos de aprovisionamiento y se sirven de transmisores
de radio y aviones para suministrar equipos y productos químicos. Se emplean
helicópteros como puestos de control y para el transporte de personal y equipo
en zonas poco accesibles por tierra. En algunos incendios importantes han
llegado a participar más de 10.000 personas. En los últimos años han tenido
lugar conferencias internacionales sobre prevención de incendios.
3
|
|
SISTEMAS DE PREVENCIÓN DE INCENDIOS
|
La mayoría de los edificios destinados al
comercio o a la industria tienen algún tipo de sistema de prevención de
incendios.
3.1
|
|
Sistemas de aspersión
|
Consiste en un sistema integrado de tuberías, diseñado
conforme a las directrices para extinción de incendios, conectado a una o más
fuentes de agua. Este sistema se activa por el calor del fuego y las boquillas
expulsan agua a las zonas en combustión. Su eficacia es casi del 100%. Algunos
sistemas se controlan desde una central que transmite la alarma a los puestos
de bomberos cuando se activan las boquillas del sistema. En el caso de que el
sistema automático no esté aportando suficiente agua y presión, los bomberos
conectan una bomba para conseguir un suministro suficiente de agua.
3.2
|
|
Sistemas de alarma
|
Detector de humo
Los detectores de humo
perciben el fuego en su primera fase y activan una alarma sonora para que los
ocupantes del edificio puedan evacuar el lugar a tiempo. Estos dispositivos
detectan el humo, y a veces el calor, de diversos modos; en este caso emplean
una cámara de detección llena de aire ionizado. Los rayos procedentes de una
fuente radiactiva ionizan los átomos del aire de la cámara. Las partículas
cargadas transportan la corriente entre las placas de la parte superior y del
fondo de la cámara de detección, que actúan como electrodos. El humo que
penetra en la cámara atrae las partículas cargadas, reduciéndose la cantidad de
corriente que pasa entre los electrodos (ver a la derecha). Cuando se detecta
una caída de corriente, se envía un mensaje a la unidad de control que activa
la alarma.
© Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos./© Microsoft Corporation. Reservados todos los
derechos.
Los edificios cuentan a menudo con sistemas de detección
conectados a una alarma. Hay detectores para el humo y otros para el calor. Con
frecuencia existen normativas que obligan a instalar determinados sistemas de
detección en edificios públicos y viviendas privadas.
Hay dos clases principales de detectores. Una de
ellas consiste en un sistema de ionización que contiene una pequeña fuente
radiactiva que ioniza las moléculas del aire entre un par de electrodos,
dejando pasar una corriente muy pequeña. Si las partículas de humo penetran en
este espacio, reducirán el flujo de la corriente al adherirse a las moléculas
ionizadas. La interrupción de la corriente activa la alarma. El otro tipo de
detector utiliza una célula fotoeléctrica. En algunos modelos de detectores, el
humo se interpone en un rayo de luz constante oscureciéndolo. En otros, el humo
es detectado por el rayo de luz de un diodo o una célula. En ambos casos cualquier
cambio dispara la alarma. Estas alarmas pueden sonar localmente o estar
conectadas a puestos de control. Los detectores fotoeléctricos son más lentos
que los detectores por ionización, y a menudo se combinan ambos sistemas. Tanto
uno como otro se pueden accionar por corriente alterna o por baterías.
Incendio
premeditado, acto contra la propiedad que consiste en la destrucción total o
parcial de algo por medio del fuego. Se trata de un delito en cuya sanción está
presente la doble consideración que formula el legislador acerca del peligro
para las personas y los bienes, inherente a todo incendio y acerca del daño en
verdad producido. Así, puede distinguirse entre los incendios que entrañan un
probable peligro, los delitos mixtos de peligro y daño, y los que entrañan sólo
un daño material sin peligro.
En
función de tales datos es como se gradúan las penas aplicables, pues como es
obvio, merece mayor castigo quien incendia un edificio, buque o aeronave a
sabiendas de que había personas en su interior, que el incendio de un pasto
despoblado o de un plantío donde no se verifica un riesgo de propagación a
lugar habitado.
Además de lo que puedan disponer las legislaciones penales,
también el Derecho administrativo se ocupa de un tipo concreto de incendio: los
incendios forestales. Ello ha sido así en todas las épocas, como lo demuestra
que en tiempos del rey español Alfonso X el Sabio estuviera dispuesto que aquel
que fuera sorprendido propagando fuego en un bosque, fuese arrojado a las
llamas. Hoy la norma administrativa sobre incendios forestales pretende ante
todo la prevención, y tiene la peculiaridad, dado la más que fundada sospecha
de que en gran número de ocasiones los incendios son provocados, de imponer
sanciones contra quien comercialice la madera resultante de un incendio
forestal que todavía fuera utilizable.
Desplazamientos
forzados
Muchos grupos e individuos han migrado de forma
involuntaria. Desde el siglo XV hasta la primera mitad del siglo XIX, millones
de africanos, a menudo capturados por otros pueblos africanos, fueron
apresados, sacados de sus tierras y vendidos como esclavos en países lejanos.
En primer lugar fueron enviados a Portugal y después a otros países europeos,
llegando en dirección este a lugares tan lejanos como la India, y en dirección
oeste hasta los Estados Unidos, América del Sur y Centroamérica. Los
traficantes de esclavos desplazaron por la fuerza unos 20 millones de africanos
hacia el continente americano.
Otro ejemplo de migración forzada se produce cuando los
gobiernos obligan a ciertos grupos a trasladarse a otras regiones del país o a
abandonarlo definitivamente. La Santa Inquisición, por ejemplo, forzó a judíos
y musulmanes a dejar España (en el siglo XV), una política de expulsión que, en
el caso de los judíos, no era una novedad en Europa, ya que anteriormente
habían sido expulsados de Francia en 1394 y de Inglaterra en 1290. En la década
de los años treinta la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)
declaró a millones de campesinos enemigos del estado y los envió a campos de
trabajo en Siberia y otras regiones remotas. Durante la II Guerra mundial, el
régimen nazi alemán de Adolfo Hitler, responsable de la muerte de millones de
personas, deportó entre dos y tres millones de ciudadanos.
Inglaterra desterró a miles de convictos al otro lado del
océano, primero a América del Norte durante los siglos XVII y XVIII y con
posterioridad a Oceanía, durante los siglos XVIII y XIX. Este destierro fue
conocido como deportación. Los desastres naturales, como las inundaciones y los
terremotos, y las reorganizaciones políticas, como la creación de nuevos países
dominados por grupos étnicos o religiosos concretos, también han condicionado
migraciones forzadas. A mediados del siglo XIX, las hambrunas originadas por el
aumento de la población, que coincidió con la enfermedad de la patata,
obligaron a cerca de un millón de irlandeses a emigrar a los Estados Unidos y
Canadá.
Antes
y después de la I Guerra Mundial
A lo largo de los siglos XIX y XX, millones de ciudadanos de
Europa Occidental y posteriormente de Europa Oriental, en busca de libertad
religiosa o política o de oportunidades económicas, se establecieron en América
del Sur y del Norte, África, Oceanía, Nueva Zelanda y otras zonas del globo.
Millones de chinos se asentaron en el Sureste asiático o se desplazaron a
ultramar para trabajar en las Filipinas, Hawai y el continente americano. Una
amplia colonia de hindúes se afincó al sur de África y muchos nativos de países
árabes emigraron a América del Sur y del Norte.
El apogeo de las migraciones modernas tuvo lugar en el
periodo de cincuenta años que precedió a la I Guerra Mundial. A partir de 1920,
sin embargo, muchos países, especialmente aquéllos que habían recibido el mayor
volumen de inmigrantes, impusieron restricciones a la inmigración. Las
dificultades para conseguir el pasaporte y el visado redujeron las migraciones
voluntarias a proporciones mucho menores durante los años veinte.
Después
de la II Guerra Mundial
La partición, en 1947, del subcontinente indio en dos
estados independientes, la India hindú y el Pakistán musulmán, tuvo como
consecuencia traslados de población a gran escala. Cerca de 6,6 millones de
musulmanes entraron en Pakistán procedentes de territorio indio y unos 5,4
millones de hindúes y sij emigraron a la India. El establecimiento de Israel en
1948 provocó la migración de cientos de miles de judíos hacia el nuevo estado y
el desplazamiento de unos de 720.000 palestinos a los países vecinos.
Otra gran migración de judíos a Israel tuvo lugar en 1989,
cuando la URSS relajó las restricciones a la emigración; la salida de población
de origen judía se incrementó tras la caída del estado comunista. Con una
convulsión que recuerda la división India-Pakistán, la violencia que acompañó
la desintegración de la antigua Serbia en estados separados, en razón de la
etnia dominante a principios de la década de los años noventa, ha forzado a
millones de personas a abandonar su tierra natal.
En otros lugares de Asia, la revolución y la guerra han
obligado a kurdos y shiíes iraquíes, iraníes y otros grupos diferenciados a
dejar sus países. Durante la ocupación soviética de Afganistán en los años
ochenta, más de cinco millones de afganos tuvieron que abandonar su país, la
mayoría para asentarse en Pakistán e Irán. En 1991 los afganos constituían el
mayor colectivo de refugiados del mundo.
En Europa, las tendencias migratorias han seguido un
movimiento relativamente tranquilo de este a oeste y de sur a norte. Millones
de personas abandonaron Europa oriental, al principio para huir de gobiernos
comunistas y después para escapar del caos y la pobreza que sucedieron a la
caída de estos regímenes. Desde el sur, procedentes de países mediterráneos
como Turquía y antiguas colonias africanas como Senegal, los emigrantes han
llegado en busca de oportunidades económicas. En Alemania y Francia se han
producido protestas, a veces violentas, contra los inmigrantes, coincidiendo
con momentos de crisis económica.
En América del Norte, las migraciones internacionales se han
producido principalmente de sur a norte. Millones de emigrantes procedentes de
Cuba y otras islas del Caribe, de México y de otros puntos de América del Sur y
Centroamérica se han establecido en los Estados Unidos, especialmente en los
estados de California, Florida y Texas. Gran número de asiáticos del sureste
del continente, entre ellos refugiados de la Guerra de Vietnam, han emigrado
también a los Estados Unidos.
África, con más de 40 países y 600 grupos étnicos, acoge
cerca de un tercio de los refugiados en el mundo. Atrapados en el caos que
caracteriza a los países en vías de desarrollo en el siglo XX y con los
problemas étnicos derivados de la división colonial, algunos países africanos
registran un flujo constante de entrada y salida de refugiados y con el tiempo
sus exiliados a menudo regresan. Las luchas políticas y étnicas en Ruanda
desplazaron a más de dos millones de personas en 1994; de ellas, cerca de
400.000 eran refugiados.
Migraciones
internas
La Revolución Industrial provocó un importante flujo
migratorio interno dentro de los propios países. El ejemplo más significativo
de este modelo migratorio fue el gran desplazamiento de habitantes de las zonas
rurales a los centros urbanos. Este movimiento comenzó en los países
industrializados en el siglo XIX y estalló en los países en vías de desarrollo
en el siglo XX. Otro tipo de migración interna, en retroceso en los países más
desarrollados, es el desplazamiento en las zonas rurales para la recogida de
las cosechas. Este tipo de migración interna es temporal o estacional, los
temporeros trabajan en determinadas épocas del año y regresan a casa después.
Las migraciones internas también implican importantes
redistribuciones de población a escala nacional. En los Estados Unidos, el
desplazamiento de trabajadores y sus familias hacia el oeste y hacia el sur, a
las zonas cálidas del denominado 'Sun Belt' siguiendo los procesos de
relocalización de las actividades económicas, ha renovado el mapa demográfico
de la nación. Además, los Estados Unidos han conocido la difusión gradual de
los distintos grupos étnicos a través del país; por ejemplo, la población de
color ha migrado hacia el norte desde los estados sureños.
Nuevos
hogares
Los inmigrantes deben hacer frente a muchas dificultades en
su nuevo país, especialmente si no hablan el idioma del país de destino. Muchos
inmigrantes se instalan en comunidades previamente formadas por personas de su
mismo país de origen. Los inmigrantes más antiguos hablan la misma lengua y
pueden ayudar a los recién llegados durante el proceso de adaptación.
Comunidades prósperas como Chinatown en Brisbane, Oceanía, no sólo ayudan a los
nuevos inmigrantes a sentirse en casa, sino que animan al resto de la población
a conocer culturas diferentes.
Sismo
1
|
|
INTRODUCCIÓN
|
La noticia en la calle
Periódico mural japonés,
del año 1855, en el que se transmite la noticia de un terremoto.
Earthquake Research Institute, University of Tokyo
Sismo o Terremoto, temblores producidos en la corteza
terrestre como consecuencia de la liberación repentina de energía en el
interior de la Tierra. Esta energía se transmite a la superficie en forma de
ondas sísmicas que se propagan en todas las direcciones. El punto en que se
origina el terremoto se llama foco o hipocentro; este punto se puede situar a
un máximo de unos 700 km hacia el interior terrestre. El epicentro es el
punto de la superficie terrestre más próximo al foco del terremoto.
Las vibraciones pueden oscilar desde las que apenas son
apreciables hasta las que alcanzan carácter catastrófico. En el proceso se
generan 4 tipos de ondas de choque. Dos se clasifican como ondas internas
—viajan por el interior de la Tierra— y las otras dos son ondas superficiales.
Las ondas se diferencian además por las formas de movimiento que imprimen a la
roca. Las ondas internas se subdividen en primarias y secundarias: las ondas
primarias o de compresión (ondas P) hacen oscilar a las partículas desde atrás
hacia adelante en la misma dirección en la que se propagan, mientras que las
ondas secundarias o de cizalla (ondas S) producen vibraciones perpendiculares a
su propagación. Las ondas P siempre viajan a velocidades mayores que las de las
ondas S; así, cuando se produce un sismo, son las primeras que llegan y que se
registran en las estaciones de investigación geofísica distribuidas por el
mundo.
2
|
|
HISTORIA DE LA SISMOLOGÍA
|
Registro de un terremoto
Un sismógrafo produjo este
registro de un terremoto californiano que medía 5,5 en la escala de Richter. El
dedo señala un barrido fuerte en el sismograma creado por la punta del
sismógrafo, diseñado para responder a vibraciones verticales u horizontales
—pero no ambas al tiempo. El instrumento no puede registrar ambos tipos de
ondas porque su orientación es diferente y requiere sistemas de balanceo
separados.
UPI/THE BETTMANN ARCHIVE
Quienes viven en zonas de terremotos se han
preguntado desde la antigüedad sobre la naturaleza de este fenómeno. Algunos
filósofos de la Grecia antigua los atribuían a vientos subterráneos, mientras
que otros suponían que eran fuegos en las profundidades de la Tierra. Hacia el
año 130 d.C. el erudito chino Chang Heng, pensando que las ondas debían de
propagarse por tierra desde el origen, dispuso una vasija de bronce para
registrar el paso de estas ondas de forma que ocho bolas se balanceaban con
delicadeza en las bocas de ocho dragones situados en la circunferencia de la
vasija; una onda sísmica provocaría la caída de una o más de ellas.
De esta y otras formas se han observado ondas
sísmicas durante siglos, pero no se propusieron teorías más científicas sobre
las causas de los terremotos hasta la edad moderna. Una de ellas fue formulada
por el ingeniero irlandés Robert Mallet en 1859. Quizá inspirándose en sus
conocimientos sobre la fuerza y el comportamiento de los materiales de
construcción, Mallet propuso que los sismos se producían “bien por la flexión y
contención de los materiales elásticos que forman parte de la corteza
terrestre, bien por su colapso y fractura”.
Más tarde, en la década de 1870, el geólogo
inglés John Milne ideó el predecesor de los actuales dispositivos de registro de
terremotos, o sismógrafos (del griego, seismos, ‘agitación’). Era un
péndulo con una aguja suspendido sobre una plancha de cristal ahumado; fue el
primer instrumento utilizado en sismología que permitía discernir entre las
ondas primarias y secundarias. El sismógrafo moderno fue inventado a principios
del siglo XX por el sismólogo ruso Borís Golitzyn. Su dispositivo, dotado de un
péndulo magnético suspendido entre los polos de un electroimán, inició la era
moderna de la investigación sísmica.
3
|
|
TIPOS Y LOCALIZACIONES DE LOS TERREMOTOS
|
En la actualidad se reconocen tres clases
generales de terremotos: tectónicos, volcánicos y artificiales. Los sismos de
la primera de ellas son, con diferencia, los más devastadores además de que
plantean dificultades especiales a los científicos que intentan predecirlos.
Los causantes últimos de los terremotos de la tectónica
de placas son las tensiones creadas por los movimientos de las alrededor de
doce placas, mayores y menores, que forman la corteza terrestre. La mayoría de
los sismos tectónicos se producen en los límites entre dichas placas, en zonas
donde alguna de ellas se desliza en paralelo a otra, como ocurre en la falla de
San Andrés en California y México, o es subducida (se desliza bajo otra). Los
sismos de las zonas de subducción son casi la mitad de los sucesos sísmicos
destructivos y liberan el 75% de la energía sísmica. Están concentrados en el
llamado Anillo de Fuego, una banda estrecha de unos 35.000 km de longitud
que coincide con las orillas del océano Pacífico. En estos sismos los puntos
donde se rompe la corteza terrestre suelen estar a gran profundidad, hasta
645 km bajo tierra. En Alaska, el desastroso terremoto del Viernes Santo
de 1964 es un ejemplo de este caso.
Los terremotos tectónicos localizados fuera del Anillo
de Fuego se producen en diversos medios. Las dorsales oceánicas (centros de
expansión del fondo marino) son el escenario de muchos de los de intensidad
moderada que tienen lugar a profundidades relativamente pequeñas. Casi nadie
siente estos sismos que representan solo un 5% de la energía sísmica terrestre,
pero se registran todos los días en la red mundial de estaciones sismológicas.
Otro escenario de sismos tectónicos es una zona que se extiende desde el
Mediterráneo y el mar Caspio, a través del Himalaya, terminando en la bahía de
Bengala. En esta región, donde se libera el 15% de la energía sísmica, las
masas continentales de las placas euroasiática, africana y australiana se
juntan formando cordilleras montañosas jóvenes y elevadas. Los terremotos
resultantes, producidos a profundidades entre pequeñas e intermedias, han
devastado con frecuencia regiones de Portugal, Argelia, Marruecos, Italia,
Grecia, Turquía, Ex-República Yugoslava de Macedonia y otras zonas de la
península de los Balcanes, Irán y la India.
Otra categoría de sismos tectónicos incluye a los
infrecuentes pero grandes terremotos destructivos producidos en zonas alejadas
de cualquier otra forma de actividad tectónica. Los principales ejemplos de
estos casos son los tres temblores masivos que sacudieron la región de
Missouri, en 1811 y 1812; tuvieron potencia suficiente para ser sentidos a
1.600 km de distancia y produjeron desplazamientos que desviaron el río
Mississippi. Los geólogos creen que estos temblores fueron síntoma de las
fuerzas que desgarran la corteza terrestre, como las que crearon el Gran Rift
Valley en África.
De las dos clases de terremotos no
tectónicos, los de origen volcánico rara vez son muy grandes o destructivos. Su
interés principal radica en que suelen anunciar erupciones volcánicas. Estos
sismos se originan cuando el magma asciende rellenando las cámaras inferiores
de un volcán. Mientras que las laderas y la cima se dilatan y se inclinan, la
ruptura de las rocas en tensión puede detectarse gracias a una multitud de
pequeños temblores. En la isla de Hawai, los sismógrafos pueden registrar hasta
1.000 pequeños sismos diarios antes de una erupción.
Los seres humanos pueden inducir la aparición de
terremotos cuando realizan determinadas actividades, por ejemplo en el
rellenado de nuevos embalses (presas), en la detonación subterránea de
explosivos atómicos o en el bombeo de líquidos de las profundidades terrestres.
Incluso se pueden producir temblores esporádicos debidos al colapso subterráneo
de minas antiguas.
4
|
|
EFECTOS DE LOS TERREMOTOS
|
Tsunami
Un tsunami, provocado por
un terremoto de baja intensidad, avanza hacia la costa. Los tsunamis no son
olas de marea, porque no están originados por las fuerzas gravitatorias
responsables de las mareas. Pueden estar provocados por erupciones volcánicas
oceánicas, terremotos o corrimientos de tierra submarinos.
Dieter and Mary Plage/Oxford Scientific Films
Los terremotos producen distintas consecuencias que
afectan a los habitantes de las regiones sísmicas activas. Pueden causar muchas
pérdidas de vidas al demoler estructuras como edificios, puentes y presas.
También provocan deslizamientos de tierras.
Formación de un tsunami
© Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos.
Otro efecto destructivo de los terremotos, en especial
los submarinos, son las olas sísmicas o tsunamis, su nombre japonés. Estas
paredes elevadas de agua, que pueden alcanzar 15 m de altura y alcanzar
velocidades de 800 km/h, han golpeado las costas pobladas con tanta fuerza como
para destruir ciudades enteras. En 1896, Sunriku, en Japón, con una población
de 20.000 personas, sufrió este destino devastador. En diciembre de 2004 un
terremoto submarino, de magnitud 9,0 en la escala de Richter, originado en
torno a la costa noroccidental de la isla indonesia de Sumatra, en el océano
Índico, generó un tsunami que alcanzó las costas de 12 países, dejando más de
280.000 muertos en los países que rodean el océano Índico.
La licuación del suelo es otro peligro sísmico, en
especial donde hay edificios construidos sobre terreno que ha sido rellenado.
La tierra usada como relleno puede perder toda su consistencia y comportarse
como arenas movedizas cuando se somete a las ondas de choque de un sismo; las
construcciones que reposan sobre este material quedan engullidas bajo tierra,
como ocurrió en 1906 en el terremoto de San Francisco.
5
|
|
ESCALAS DE INTENSIDAD
|
Escalas sísmicas: Mercalli y Richter
Las escalas de Mercalli y
Richter se utilizan para evaluar y comparar la intensidad de los terremotos. La
escala de Richter mide la energía de un temblor en su centro, o foco, y la
intensidad crece de forma exponencial de un número al siguiente. La escala de
Mercalli es más subjetiva, puesto que la intensidad aparente de un terremoto
depende de la distancia entre el centro y el observador. Varía desde I hasta
XII, y describe y evalúa los terremotos más en función de las reacciones
humanas y en observaciones que la escala de Richter, basada más en las
matemáticas.
© Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos.
Los sismólogos han diseñado dos escalas de medida
para poder describir de forma cuantitativa los terremotos. Una es la escala de
Richter —nombre del sismólogo estadounidense Charles Francis Richter— que mide
la energía liberada en el foco de un sismo. Es una escala logarítmica con
valores medibles entre 1 y 10; un temblor de magnitud 7 es diez veces más
fuerte que uno de magnitud 6, cien veces más que otro de magnitud 5, mil veces
más que uno de magnitud 4 y de este modo en casos análogos. Se estima que al
año se producen en el mundo unos 800 terremotos con magnitudes entre 5 y 6,
unos 50.000 con magnitudes entre 3 y 4, y sólo 1 con magnitud entre 8 y 9. En
teoría, la escala de Richter no tiene cota máxima, pero hasta 1979 se creía que
el sismo más poderoso posible tendría magnitud 8,5. Sin embargo, desde
entonces, los progresos en las técnicas de medidas sísmicas han permitido a los
sismólogos redefinir la escala; hoy se considera 9,5 el límite práctico.
Terremoto de Alaska
El terremoto de Alaska de
1964 fue de 9,2 en la escala de Richter, siendo uno de los más fuertes que se
han producido en Norteamérica. Provocó la muerte de 131 personas y devastó
parte de Anchorage y Valdez. El temblor deshizo los cimientos de numerosos
edificios y dejó grietas en las calles.
Anchorage Museum of History and Art
La otra escala, introducida al comienzo del siglo
XX por el sismólogo italiano Giuseppe Mercalli, mide la intensidad de un
temblor con gradaciones entre I y XII. Puesto que los efectos sísmicos de
superficie disminuyen con la distancia desde el foco, la medida Mercalli
depende de la posición del sismógrafo. Una intensidad I se define como la de un
suceso percibido por pocos, mientras que se asigna una intensidad XII a los
eventos catastróficos que provocan destrucción total. Los temblores con
intensidades entre II y III son casi equivalentes a los de magnitud entre 3 y 4
en la escala de Richter, mientras que los niveles XI y XII en la escala de
Mercalli se pueden asociar a las magnitudes 8 y 9 en la escala de Richter.
6
|
|
PREDICCIÓN DE TERREMOTOS
|
Los intentos de predecir cuándo y dónde se
producirán los terremotos han tenido cierto éxito en los últimos años. En la
actualidad, China, Japón, la antigua Unión Soviética y Estados Unidos son los
países que apoyan más estas investigaciones. En 1975, sismólogos chinos predijeron
el sismo de magnitud 7,3 de Haicheng, y lograron evacuar a 90.000 residentes
sólo dos días antes de que destruyera el 90% de los edificios de la ciudad. Una
de las pistas que llevaron a esta predicción fue una serie de temblores de baja
intensidad, llamados sacudidas precursoras, que empezaron a notarse cinco años
antes. Otras pistas potenciales son la inclinación o el pandeo de las
superficies de tierra y los cambios en el campo magnético terrestre, en los
niveles de agua de los pozos e incluso en el comportamiento de los animales.
También hay un nuevo método en estudio basado en la medida del cambio de las
tensiones sobre la corteza terrestre. Basándose en estos métodos, es posible
pronosticar muchos terremotos, aunque estas predicciones no sean siempre
acertadas.
7
|
|
TERREMOTOS DEVASTADORES
|
Terremoto de San Francisco de 1906
El terremoto de San
Francisco (EEUU) en 1906 provocó la muerte de más de 3.000 personas y afectó a
unos 28.000 edificios. Con una intensidad aproximada de 7,9 en la escala
Richter, el terremoto todavía se encuentra entre uno de los mayores de la
historia del mundo. Tras este seísmo, los residentes trabajaron unidos para
reconstruir la ciudad.
Library of Congress
Los registros históricos de terremotos anteriores a
mediados del siglo XVIII son casi inexistentes o poco fidedignos. Entre los
sismos antiguos para los que existen registros fiables está el que se produjo
en Grecia en el 425 a.C., que convirtió a Eubea en una isla; el que
destruyó la ciudad de Éfeso en Asia Menor en el 17 d.C.; el que arrasó
Pompeya en el 63 d.C., y los que destruyeron parte de Roma en el 476 y
Constantinopla (ahora Estambul) en el 557 y en el 936. En la edad media se
produjeron fuertes terremotos en Inglaterra en 1318, en Nápoles en 1456 y en
Lisboa en 1531.
Terremoto en la ciudad de México
El terremoto que asoló la
ciudad de México en 1985 provocó la muerte de miles de personas, además de
causar cuantiosos daños materiales. La geografía no hizo sino aumentar el grado
de destrucción, ya que la capital mexicana se asienta sobre un terreno
colmatado por sedimentos esponjosos que cubren un antiguo lago. Cuando se
produjo el movimiento sísmico, el limo comprimido en el lecho del lago vibró
como un resorte gigante bajo la ciudad azteca, sobredimensionando el temblor.
BBC Worldwide Americas, Inc./NBC News Archives
El sismo de 1556 que mató a 800.000
personas en Shaanxi (Shensi), provincia de China, fue uno de los mayores
desastres naturales de la historia. En 1693 un terremoto en Sicilia se llevó
unas 60.000 vidas; al principio del siglo XVIII, la ciudad japonesa de Edo (en
el emplazamiento del Tokio moderno) fue destruida y murieron unas 200.000
personas. En 1755 Lisboa fue devastada por un terremoto y alrededor de 60.000
personas murieron —este desastre aparece en Cándido, novela del escritor
francés Voltaire—. La sacudida fue tan fuerte que se sintió hasta en las
regiones interiores de Inglaterra.
Kōbe destrozada
El terremoto que golpeó el
17 de enero de 1995 la ciudad de Kōbe, en la isla japonesa de Honshū, dejó la
ciudad destrozada. Con una magnitud de 7,2 en la escala de Richter, perecieron
más de 6.000 personas.
REUTERS/THE BETTMANN
ARCHIVE
Quito, la capital de Ecuador, sufrió un
terremoto en 1797 en el que murieron más de 40.000 personas. Uno de los
terremotos más famosos fue el del área de San Francisco de 1906 que causó
extensos daños y se cobró aproximadamente 700 vidas. En Latinoamérica, el mes
de agosto de ese mismo año en Valparaíso, Chile, un sismo acabó con la vida de
unas 20.000 personas; en enero de 1939 en la ciudad de Chillán, también en
Chile, murieron 28.000 personas. En 1970, en el norte de Perú murieron unas
66.000 personas. El sismo de Managua, Nicaragua, el 23 de diciembre de 1972
destruyó por completo la ciudad y murieron más de 5.000 personas. El 19 de
septiembre de 1985, un terremoto en la ciudad de México provocó la muerte de
miles de personas. En 1988 un fuerte terremoto sacudió el norte de Armenia ocasionando
la muerte de unas 25.000 personas. El sismo de magnitud 7,2 en la escala de
Richter ocurrido el 17 de enero de 1995 en el área de Hanshin-Awaji en Japón,
tuvo un efecto destructivo sobre la ciudad de Kōbe donde unos 100.000 edificios
fueron destruidos y perecieron más de 6.000 personas. El noreste de Turquía fue
sacudido en 1999 por un terremoto, de magnitud 7,4 en la escala de Richter, que
provocó la muerte de decenas de miles de personas.
El 26 de enero de 2001 un terremoto (de
7,9 grados en la escala de Richter) asoló el estado de Gujarāt en la India. A
finales de 2003, el sureste de Irán sufrió un fuerte terremoto, de magnitud 6,6
en la escala de Richter, que provocó la muerte de al menos 40.000 personas y
destruyó gran parte de la histórica ciudad de Bam.
Medidas
de control de inundaciones
1
|
|
INTRODUCCIÓN
|
Colonia inundada
En enero y febrero de
1944, la ciudad alemana de Colonia quedó inundada cuando el Rin se desbordó
tras una acumulación de aguas excepcional en su cabecera. Descrita en su día
como la inundación del siglo, sólo unos años después se repitieron escenas
similares a lo largo del recorrido del Rin.
Paul Stepan/Photo Researchers, Inc.
Medidas de control de
inundaciones, métodos utilizados para prevenir o reducir los
efectos negativos de las inundaciones.
2
|
|
CAUSAS DE LAS INUNDACIONES
|
Cuando llueve o nieva, parte del agua que cae es
retenida por el suelo, otra es absorbida por la vegetación, parte se evapora, y
el resto, que se incorpora al caudal de los ríos recibe el nombre de aguas de
escorrentía. Las inundaciones se producen cuando, al no poder absorber el suelo
y la vegetación toda el agua, ésta fluye sin que los ríos sean capaces de
canalizarla ni los estanques naturales o pantanos artificiales creados por
medio de presas puedan retenerla. Las escorrentías alcanzan cerca de un 30% del
volumen de precipitación, y esta cantidad puede aumentar al fundirse las masas
de nieve. Las cuencas de muchos ríos se inundan periódicamente de manera
natural, formando lo que se conoce como llanura de inundación. Las inundaciones
fluviales son por lo general consecuencia de una lluvia intensa, a la que en
ocasiones se suma la nieve del deshielo, con lo que los ríos se desbordan. Se
dan también inundaciones relámpago en las que el nivel del agua sube y baja con
rapidez. Suelen obedecer a una lluvia torrencial sobre un área relativamente
pequeña; son una consecuencia de lo que se denomina gota fría. Las zonas
costeras se inundan a veces durante la pleamar a causa de mareas inusualmente
altas motivadas por fuertes vientos en la superficie oceánica, o por maremotos
debidos a terremotos submarinos.
3
|
|
EFECTOS DE LAS INUNDACIONES
|
Ciudad inundada
Jacksonport, Arkansas,
EEUU, inundada por las aguas del río White. El riesgo de inundaciones crece en
primavera cuando el deshielo y las precipitaciones se suman a las escorrentías
totales.
Garry D. McMichael/Photo Researchers, Inc.
Las inundaciones no sólo dañan la propiedad y
amenazan la vida de seres humanos y animales, también tienen otros efectos como
la erosión del suelo y la sedimentación excesiva. A menudo quedan destruidas
las zonas de desove de los peces y otros hábitats de la vida silvestre.
Numerosos embalses ven reducida su vida útil al verse colmatados en un tiempo
rápido por la gran cantidad de sedimentos que aportan las crecidas de los ríos
que vierten a éstos. Las corrientes muy rápidas ocasionan daños mayores,
mientras que las crecidas prolongadas de las aguas obstaculizan el flujo,
dificultan el drenaje e impiden el empleo productivo de los terrenos. Se ven
afectados con frecuencia los estribos de los puentes, los peraltes de las vías,
las canalizaciones y otras estructuras, así como la navegación y el abastecimiento
de energía hidroeléctrica.
4
|
|
MEDIDAS DE CONTROL
|
Presa de arco de Kariba
Esta presa se encuentra en
el Zambeze, en la frontera entre Zambia y Zimbabue. Controla las inundaciones y
genera energía hidroeléctrica para ambos países. Una carretera recorre el borde
de la presa entre el embalse del lago Kariba y la caída al canal del Zambeze.
Su forma de arco contribuye a distribuir la presión del agua de forma homogénea
por toda la estructura.
Hutchison Library
Los métodos básicos para el control de las
inundaciones se practican desde tiempos primitivos. Incluyen la reforestación
de cuencas (dentro de los proyectos de restauración hidrológico-forestal) y la
construcción de diques, presas, embalses y cauces de alivio o aliviaderos
(canales artificiales para dirigir el agua procedente de la inundación).
Los chinos han ido construyendo, a lo largo de
los siglos, diques para elevar las riberas del Huang He en la creencia de que,
al quedar confinado, el río desarrollaría un cauce más profundo capaz de
contener el flujo máximo. No obstante, el resultado de este sistema fue la
elevación del lecho del río, ya que el depósito sedimentario de aluvión, que
con anterioridad se distribuía por toda la llanura anegada por las inundaciones
anuales, quedaba atrapado en el fondo del río. En 4.000 años el nivel del río
se elevó hasta 21 m sobre la planicie que le rodeaba. En 1887 se produjo
una de las peores inundaciones de la historia cuando el agua atravesó los
diques y mató a más de un millón de personas. A los diques construidos durante
la edad media en los ríos Po, Danubio, Rin, Ródano y Volga se han sumado en
tiempos recientes la reforestación y los embalses. Aún se recurre a los diques,
como ocurre en el caso del río Mississippi, que ha sido canalizado en un
estrecho canal para suministrarle la suficiente profundidad para la navegación.
Para conservar el calado ha sido necesario dragar repetidas veces el cauce, lo
que ha incrementado el ya elevado coste de mantenimiento del sistema de diques.
Aunque las presas vienen siendo empleadas desde
hace muchos siglos, su propósito inicial era el de servir como embalses de agua
para el riego y otros usos domésticos, así como para la obtención de energía.
Sólo recientemente han empezado a construirse con la finalidad específica de
controlar las inundaciones. Un buen sistema para regular el exceso de agua, y
en general el suministro de agua, es la construcción coordinada de una serie de
presas y embalses en los nacimientos de los manantiales que desembocan en los
principales ríos, de modo que se pueda almacenar el agua durante periodos de
gran afluencia y ser distribuida en las estaciones secas. La presa Hoover en el
río Colorado, los embalses del proyecto hidroeléctrico de La Grande Rivière en
Quebec, y las presas de la Autoridad del Valle del Tennessee han demostrado la
eficacia de este método. Cuando los afluentes en los que se sitúan las presas
están en su nivel normal, las instalaciones funcionan solamente para producir
energía y suministrar agua para determinados fines. Cuando el nivel de agua
sube, sirven para contener el flujo. Las presas situadas en las proximidades
del nacimiento de un afluente frenan las riadas, mientras que las más alejadas
drenan poco a poco las aguas. A continuación éstas van pasando de una a otra
represa hasta ser vertidas en la corriente principal, cuya capacidad de
contención ha sido mejorada mediante el allanado y el aumento de su profundidad.
Aunque encaminado a proteger la costa y no las
riberas, hay que mencionar un proyecto iniciado en los Países Bajos en 1958 y
finalizado en 1985. Está formado por una serie de represas gigantes que unen
islas en los deltas de los ríos Rin, Maas y Schelde. Cuando se prevé una
inundación marina, desciende una enorme barrera de 9 km de largo; en caso
contrario, las mareas acceden sin obstáculos a través de las compuertas. Otro
proyecto similar, aunque a menor escala, se llevó a cabo en el Támesis, a poca
distancia de Londres en 1983.
A lo largo de los siglos la especie
humana ha aumentado el problema con la deforestación y la roturación de la
cubierta vegetal, lo que ha incrementado la erosión del suelo. El cultivo
reduce la capacidad del suelo para retener el agua y aumenta las escorrentías.
Vastas áreas de tierra a lo largo de los ríos en todo el mundo han quedado
inutilizadas por la explotación intensiva y la subsiguiente erosión. Las
medidas de control de las inundaciones en esas zonas se han encaminado a la
recuperación de la vegetación y a la instauración de métodos eficientes de
preparación del suelo y de conservación del mismo, tales como la siembra
directa, la rotación de cultivos y la roturación transversal.
Otro sistema es la construcción de aliviaderos
en la parte baja de los ríos para diversificar las aguas. En ciertos puntos, se
ensanchan los ríos y se permite que se desborden. La inundación de determinadas
zonas prefijadas evita que las riadas accedan a otras. Los egipcios controlaron
las inundaciones durante miles de años. La fertilidad continuada de muchas
áreas del valle del Nilo dependía históricamente de las inundaciones
periódicas, ya que el limo depositado por las aguas es muy rico. No obstante,
desde la década de 1960, la tremenda reducción de sedimentos en el cauce bajo
del río a causa de la creación del lago Nasser con la construcción de la presa
de Asuán ha demostrado lo fácil que le resulta a la especie humana alterar el
equilibrio de un sistema natural dinámico, como el desbordamiento regular de un
río.
Otra forma de prevenir el efecto de las
inundaciones, muchas veces olvidada por las implicaciones restrictivas de uso
del suelo que implica, no es más que la propia limitación de usos. Ríos y
torrentes regulados por obras de ingeniería pueden resultar incontrolables en
determinadas condiciones de excepción, originando diversas catástrofes. Esto
lleva a considerar la necesidad de planificar una gestión hidráulica respetuosa
con el propio medio que pretende regular, de modo que se abaraten los costes de
las obras de infraestructura de regulación o contención. Es importante, por
ejemplo, alejar las viviendas y otras construcciones humanas sensibles, de las
zonas de inundación probable en inundaciones extraordinarias, ya que esas
inundaciones suceden de modo recurrente en la historia de un lugar, aunque
puedan estar muy espaciadas en el tiempo y la memoria de la gente que vive en
la zona las haya olvidado. Por otro lado, no permitir la inundación natural de
las llanuras adyacentes a un curso fluvial puede alterar gravemente la dinámica
de nutrientes del suelo y empobrecer el mismo, con lo que aumenta la necesidad
de aplicar enmiendas nutritivas al suelo en forma de abonos químicos que
contribuyen, a largo plazo, a la contaminación de suelos y aguas. Además, con
frecuencia no se tienen en cuenta los efectos de las obras y actuaciones sobre
otras partes del curso fluvial, que al ser afectado en su dinámica de energía y
su equilibrio de carga sedimentaria, puede producir cambios importantes en tales
aspectos en puntos alejados del de la actuación.
Las
inundaciones en la cuenca del Orinoco
Las aguas del río Orinoco discurren por tierras venezolanas y
riegan la enorme superficie de Los Llanos, estimada en torno al medio millón de
kilómetros cuadrados. La alternancia de un periodo de seis meses definido por
las abundantes lluvias con otro de sequía determina la inundación de una gran
extensión del territorio durante una parte del año, y el florecimiento y
agostamiento de la vegetación llanera durante la otra. Todos los seres vivos
que habitan en esta región deben adaptarse a este ciclo, que sólo permite la
supervivencia de aquellas especies más fuertes y mejor adaptadas a la estación
desfavorable, cumpliéndose de este modo la selección natural de la que tanto
habló el científico británico Robert Charles Darwin.
Fragmento
de El Orinoco y Los Llanos.
De
José Manuel Rubio Recio
Capítulo
I: El Orinoco y Los Llanos.
Si estimamos que la cuenca del Orinoco recibe por término
medio 2.000 milímetros cúbicos anuales, —2.000 litros o 2 toneladas por metro
cuadrado al año—, al río vierten durante la temporada de lluvias dos millones
de millones de toneladas de agua: ¡un dos seguido de doce ceros!, que es una
cifra sorprendente.
Antes ya reseñamos que la pendiente media de Los Llanos,
desde su arranque en los Andes hasta el mar, era de 15 cm por cada km. Pero ese
valor tenemos que reducirlo aún más, si consideramos la pendiente del curso del
río Orinoco.
Remontándonos nada menos que al punto en el que se produce
la unión del Orinoco con el Amazonas, o del Amazonas con el Orinoco (ya que de
igual manera puede considerarse), es decir, el tramo del río que recibe el
nombre de Casiquiare, resulta que sólo se halla a 114 metros sobre el nivel del
mar, mientras que el Orinoco, para llegar a la desembocadura, tiene que
recorrer nada menos que dos mil kilómetros. De esta suerte, el río desciende
entre 5 o 6 centímetros por cada kilómetro de recorrido, lo cual es, tan sólo,
una pendiente de un 0,005 %. Pero es que, además, como algunos tramos los salva
en forma de rápidos, la pendiente, en general, es aún menor.
Así resulta imposible el rápido y normal desagüe de toda la
masa líquida que se precipita sobre la cuenca del Orinoco. Piénsese, además,
que los efectos de la marea oceánica en el delta, por la debilidad de la
pendiente, se dejan sentir hasta el arranque del mismo, que se halla a 200 km
de la costa. De esta suerte, la capacidad de incorporación de agua al océano es
relativa y durante los periodos de flujo mareal se produce en el delta un tapón
que rebalsa todo el agua que llega.
Por otro lado, y por si fuera poco lo que estamos anotando,
los datos que hasta ahora hemos dado sobre la longitud del Orinoco, están
tomados a vuelo de pájaro, de forma rectilínea, cuando, en realidad, el curso
del río divaga por la llanura en infinidad de meandros, aumentando en casi un
tercio la longitud que hemos dado. La pendiente, así, aún se reduce más,
dificultando el desagüe.
A su vez, cuando el flujo del propio Orinoco va con aguas
altas, es también un freno, por su incapacidad de asimilar más agua: la que le
llega de sus afluentes, que igualmente se rebalsan y desbordan por amplios
espacios, haciendo mayor el espacio anfibio. Ello es especialmente notorio para
el área del curso bajo del afluente Apure. Sus aguas no tienen potencia para
incorporarse a las del Orinoco, que actúan de presa, formándose un inmenso
pantano de miles de km2. En realidad, a partir de la orilla
izquierda del Orinoco, entre sus afluentes Meta y Apure, y en una extensión de
200 km hacia el oeste, nos encontramos con un área pantanosa que perdura
durante todo el año con más o menos agua, que en los meses de aguas altas se
convierte en un verdadero mar interior.
Este ejemplo es uno de los que mejor ilustra el fenómeno
inundación, pero no es el único. Con los hechos de la naturaleza no se debe
generalizar, aunque sea cómodo, y a veces necesario para comprenderla. Y así,
en nuestro caso, la inundación de Los Llanos, si bien se produce siempre, no lo
hace de la misma forma. La inundación del valle del Apure y del interfluvio
Apure-Meta es solamente un caso.
Es claro que la planitud de Los Llanos y el régimen de
lluvias que los afectan son las causas básicas, siempre presentes, de la
inundación. Pero otros hechos entran en juego localmente, para acentuar o
debilitar el fenómeno. Tenemos, por ejemplo, el caso de la mayoría de los ríos
que nacen en los Andes colombianos o venezolanos. Lo hacen en unos relieves que
son jóvenes, en los que las aguas fluyen por pendientes acusadas y lo hacen muy
agresivamente, arrancando y transportando gran cantidad de materiales sólidos.
Cuando llegan a la llanura, a Los Llanos, su capacidad de arrastre disminuye y
depositan esos materiales que, a veces, obstruyen los cauces, actuando como
diques que rebalsan las aguas y las impulsan a buscar otras salidas por la
llanura. Son ríos divagantes y de curso inestable, con amplísimos lechos de
inundación. Sus flujos se nutren no sólo de las precipitaciones de Los Llanos
sino de las más abundantes que se producen en la cordillera en la misma
estación. El río Santo Domingo, el Boconó, el Masparro o los que dan nombre a
los estados de Guárico o Portuguesa son buenos ejemplos de lo dicho.
Otros cursos de agua tienen un origen estrictamente llanero.
No tienen cabecera montañosa. Sus flujos se nutren sólo de las precipitaciones
llaneras y si inundan espacios adyacentes no lo hacen tanto por el volumen de
sus caudales, sino por su incapacidad de desagüe en los cauces mayores que,
pletóricos de agua en la misma época, admiten muy lentamente la que llega de
los afluentes. Son los ríos o arroyos que nacen en cualquier interfluvio, o en
las «mesas». Se les suele llamar ríos de «morichal», con lo que se alude al
tipo de vegetación más característico de sus lechos de inundación, que es la
llamada palmera moriche. El «morichal» es uno de los paisajes llaneros más
originales.
Otro caso lo constituyen aquellos espacios, con escaso o
nulo drenaje, en los que la acumulación del agua de la estación de las lluvias
da lugar a la formación de lagunazos, que multiplican su superficie en centenas
de km2 o se reducen, o desaparecen, a medida que va avanzando la
estación seca. Los podemos encontrar tanto en Llanos Bajos como en Llanos
Altos, aunque son más frecuentes en los primeros.
La inundación en algunos puntos concretos de Los Llanos ha
sido descrita magistralmente por uno de los máximos conocedores del mismo, F.
Tamayo. Sigámosle en algunos párrafos: «Cuando el Orinoco está en su ascenso,
se ve, a la altura de Parmana, que las aguas de ese río antes de salirse de
madre comienzan a represar los afluentes, los cuales, en consecuencia, se
hinchan muy por encima de lo que corresponde a su crecimiento propio, hasta
sobrepasar sus cauces individuales, y allí llegan a verterse sobre los campos
vecinos. Luego, cuando la inundación está en todo su apogeo, se perciben en
Parmana tres franjas de coloración distinta: una al norte, de aguas claras,
provenientes del morichal de Carapa, con un ancho de unos 500 metros; otra
media, color amarillo arcilloso, del río Manapire, de 1.500 metros de ancho,
aproximadamente; y la última, al sur, ligeramente oscura, correspondiente al
Orinoco».
Toda esa inmensa cantidad de agua que corre por Los Llanos,
que baja del cielo, de las montañas y mana del subsuelo; que viene de las
selvas inaccesibles del Territorio Amazonas o de las extrañas tierras de
Colombia, se desperdicia hasta para la navegación.
Son aguas para la cría de insectos, para diezmar rebaños,
para estimular los hongos parásitos, para borrar los caminos, para destruir la
agricultura, para ahogar al hombre. Mas cuando no hay exceso, escasea hasta la
penuria y la sed mortal. He aquí el drama de la naturaleza «bárbara».
Pero no todos Los Llanos se ven sometidos al largo periodo
de inundación. Cuando nos separamos del Orinoco o de los grandes afluentes, en
los interfluvios o en las «mesas», valles arriba, aunque la plenitud llanera se
continúa, el drenaje es posible. Tras el inicio del período de lluvias, cuando
la tierra reseca se ha empapado y saturado en profundidad, aunque se produzca
un cierto anegamiento, no llega a haber un manto continuo y permanente de agua
durante meses. Simplificando, podría decirse que la curva hipsométrica o de
nivel de los cien metros es la que marca el límite entre Los Llanos que se
anegan durante meses y los que no padecen el suceso con ese rigor.
Fuente:
Rubio Recio, José Manuel. El Orinoco y Los Llanos. Madrid:
Biblioteca Iberoamericana. Ediciones Anaya, S.A., 1988.
Huang
He
1
|
|
INTRODUCCIÓN
|
Huang He, China
El Huang He, o río
Amarillo, atraviesa la provincia china de Gansu y discurre por las
inmediaciones de la ciudad de Lanzhou. Es el segundo río más largo del país,
con 4.667 km de longitud.
Nathaniel Tarn/Photo Researchers, Inc.
Huang He o Amarillo
(río), río de China cuya longitud total es de unos
4.667 km, lo que le convierte en el segundo más largo del país.
2
|
|
CURSO ALTO
|
Nace en el área central de China a partir de
las aguas aportadas por un grupo de manantiales y lagos (Gyaring Hu, Ngoring
Hu) localizados en los montes Kulun, provincia de Qinghai (Ch’ing-hai o
Tsinghai), al sur del desierto de Gobi. En los primeros kilómetros de su
recorrido el río corre en dirección oeste-este a través de profundas gargantas,
para después girar de forma brusca hacia al noroeste y, de nuevo, girar hacia
el noreste en las proximidades de la ciudad de Lanzhou (Lanchow), ya en la
provincia de Gansu (Kan-su). Desde aquí, y durante muchos cientos de
kilómetros, discurre, con la misma dirección, por el desierto de Ordos, que es
una prolongación oriental del desierto de Gobi, hasta alcanzar el territorio de
la provincia de Mongolia Interior.
3
|
|
CURSO MEDIO
|
Gira entonces al este, recorre unos 320 km, y
después sigue recto hacia el sur, pasando por un valle joven de suelo
arcilloso, fácilmente erosionable y muy fértil, entre las provincias de Shaanxi
(Shensi) y Shanxi (Shansi), cuya frontera viene definida por el cauce del Huang
He. En este tramo recoge y arrastra un cieno amarillo que tiñe las aguas de ese
color y que da nombre al río. Los sedimentos aumentan a medida que avanza el
río, ya que arrastra los aportados por los afluentes que vierten en él sus
aguas, como el Fen He (Fen Ho) y el Wei He (Wei Ho). El Wei se le une en el
extremo oriental de la provincia de Shaanxi, y, a continuación, el río sigue su
recorrido hacia el este por la zona norte de la provincia de Henan (Ho-nan)
limítrofe con la de Shanxi hasta alcanzar las llanuras del norte de China.
4
|
|
CURSO BAJO
|
Inicia su recorrido a través de esas llanuras
adentrándose por el sector septentrional de la provincia de Shandong
(Shan-Tong) —cuya capital, la ciudad de Kaifeng (K’ai-fong), baña— y
discurriendo por un ancho canal cerrado por diques y con dirección noreste
hasta desembocar en el golfo de Laichou, en aguas del mar Amarillo.
5
|
|
CAUSAS Y CONTROL DE LAS INUNDACIONES
|
Estos diques se han ido construyendo a través
de los siglos para encauzar el curso del río y prevenir las inundaciones; sin
embargo, no han podido impedir que las enormes cantidades de sedimentos que el
río arrastra se hayan ido depositando en su lecho y esto haya provocado el
aumento del nivel de las aguas. A consecuencia de esta elevación del nivel de
las aguas fue necesario construir diques cada vez más altos. Por otra parte, si
no se hubieran construido los diques, el lodo se habría depositado en las
orillas y llanuras colindantes. El resultado es que hoy el río tiene en muchos
tramos del cauce bajo, una altura de 21 m sobre el terreno adyacente, lo que da
lugar en las épocas de crecida a desastrosas inundaciones.
Además, la deforestación que sufren las montañas del
cauce superior, incrementa el caudal del río y, por tanto, la altura que
alcanzan las aguas durante las inundaciones. De hecho, las inundaciones del
Huang He han sido tan frecuentes y devastadoras que el río se denomina con
frecuencia ‘el dolor de China’. La inundación más reciente, y probablemente la
más grave de la historia, fue la ocurrida en 1931: entre los meses de julio a
noviembre, unos 88.060 km2 se cubrieron de agua y 20.720 km2
se inundaron en algunas zonas. Unos 80 millones de personas se quedaron sin
hogar y un millón falleció a causa del desbordamiento y de la hambruna y
epidemias que trajo consigo la catástrofe.
6
|
|
VARIACIÓN DE SU CURSO
|
El Huang He ha variado su recorrido en la zona
oriental de su curso en varias ocasiones. Durante siglos, antes del año 1852,
desembocó en el en el sector meridional del mar Amarillo, al sur de las tierras
altas de la provincia de Shandong. A partir de este año, cambió de dirección
hacia el norte y hasta 1938 desembocó en Bo Hai (Po Hai), conocido también como
golfo de Laichou (también conocido como Zhili o Chih-li), en el sector
septentrional del mar Amarillo. En 1938, durante la guerra entre China y Japón,
el Ejército chino destruyó los diques cerca de la ciudad de Kaifeng y desvió el
Huang He a su antiguo cauce, para impedir de esta forma la invasión japonesa.
Entre 1946-1947 se reconstruyeron los diques y se volvió a desviar el cauce
hasta Bo Hai. En 1955 China anunció planes para la prevención de las
inundaciones y para la construcción de centrales hidroeléctricas en el río
Huang He.
Caos
Caos, en la antigua teoría griega de la creación, el oscuro y silencioso
abismo de donde procede la existencia de todas las cosas. Caos dio nacimiento a
la negra Noche y al Erebo, la región oscura e insondable donde habita la
muerte. Estos dos hijos de la primitiva oscuridad se unieron a su vez para
producir el Amor, que originó la Luz y el Día. En este universo de informes
fuerzas naturales, Caos generó la sólida masa de la Tierra, de la que surgió el
Cielo estrellado y lleno de nubes. Madre Tierra y Padre Cielo, personificados
respectivamente como Gaya y su marido, Urano, fueron los padres de las primeras
criaturas del universo. En la mitología posterior, Caos es la materia informe
de la que fue creado el cosmos u orden armonioso.
Teoría
del caos
Teoría del caos, teoría matemática que se ocupa de los sistemas
que presentan un comportamiento impredecible y aparentemente aleatorio aunque
sus componentes estén regidos por leyes estrictamente deterministas. Desde sus
comienzos en la década de 1970, la teoría del caos se ha convertido en uno de
los campos de investigación matemática con mayor crecimiento. Hasta ahora, la
física, incluso si se consideran las ramificaciones avanzadas de la teoría
cuántica, se ha ocupado principalmente de sistemas en principio predecibles, al
menos a gran escala; sin embargo, el mundo natural muestra tendencia al
comportamiento caótico. Por ejemplo, los sistemas meteorológicos de gran tamaño
tienden a desarrollar fenómenos aleatorios al interaccionar con sistemas
locales más complejos. Otros ejemplos son la turbulencia en una columna de humo
que asciende o el latido del corazón humano.
Durante mucho tiempo, los científicos carecieron de medios
matemáticos para tratar sistemas caóticos, por muy familiares que resultaran, y
habían tendido a evitarlos en su trabajo teórico. A partir de la década de 1970,
sin embargo, algunos físicos comenzaron a buscar formas de encarar el caos. Uno
de los principales teóricos fue el físico estadounidense Mitchell Feigenbaum,
que determinó ciertos esquemas recurrentes de comportamiento en los sistemas
que tienden hacia el caos, esquemas que implican unas constantes ahora
conocidas como números de Feigenbaum. Los esquemas del caos están relacionados
con los que se observan en la geometría fractal, y el estudio de sistemas
caóticos tiene afinidades con la teoría de catástrofes.
Previsión
meteorológica
1
|
|
INTRODUCCIÓN
|
Previsión meteorológica, ciencia cuyo objeto es
estimar por anticipado los cambios que experimentará la circulación atmosférica
y el tiempo que ello causará en cada región. En el mundo hay grandes extensiones
no expuestas a variaciones en las pautas de lluvia, insolación, viento y
precipitación. Sobre los desiertos no llueve casi nunca y casi todos los
océanos tropicales están barridos por vientos llamados alisios que experimentan
muy pocas variaciones de un día a otro. No obstante, el tiempo depende en todas
las regiones del mundo de la circulación general de la atmósfera, y para hacer
previsiones meteorológicas con un margen de uno o dos días es preciso adoptar
una perspectiva global.
El clima influye en casi todas las actividades
humanas. Determina la ropa que usamos, las casas que construimos, las rutas que
siguen los aviones y las mejores épocas para sembrar, tratar con insecticidas o
cosechar los productos cultivados; influye también en la demanda de energía.
Incluso puede suponer un riesgo para la vida, como saben los navegantes y
montañeros, que raramente parten sin informarse de la última previsión
meteorológica. Sin duda, la mayor exactitud lograda en los últimos años ha
contribuido a salvar muchas vidas.
2
|
|
CAUSAS DEL CLIMA
|
El clima y los biomas terrestres
Los climas regionales
pueden describirse en términos de cinco tipos de biomas. Éstos se caracterizan
por una combinación de temperatura, humedad, vegetación y fauna asociada a un
área determinada. El mapa muestra la distribución de los grandes biomas:
pluvisilva y sabana, bosque mixto y pradera, bosque mixto y de hoja acicular,
estepa y desierto, y tundra y casquetes polares.
© Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos.
A medida que la Tierra describe su órbita en
torno al Sol, la inclinación del eje hace que un hemisferio (el que se
encuentra en verano) reciba mucha más energía solar que el otro (que se
encuentra en invierno). Asimismo, las regiones ecuatoriales, con el Sol casi en
vertical, reciben siempre más calor que ningún otro lugar. La circulación
general de la atmósfera redistribuye este calor desigualmente repartido transportándolo
hacia los polos y trayendo desde allí corrientes frías. Sin esta circulación,
las regiones ecuatoriales se calentarían por encima del punto de ebullición del
agua, mientras que las árticas serían mucho más frías que ahora. En el conjunto
del planeta, el calor solar recibido se equilibra con la radiación reflejada
hacia el espacio, cuya intensidad es mucho más uniforme en todas las regiones
del globo; su efecto se deja sentir con mayor intensidad en las noches claras y
en calma en las que baja súbitamente la temperatura.
La principal fuerza motriz del clima es la
radiación solar, seguida en cuanto a importancia por la energía de la rotación.
La Tierra rota una vez cada 24 horas sobre su propio eje, que pasa por los
polos; este movimiento sólo es apreciable por el movimiento aparente del Sol,
la Luna y las estrellas. Debido a esta rotación, la superficie terrestre se
mueve hacia el este mucho más deprisa cerca del ecuador que a latitudes más
elevadas. Cuando el aire caliente de las regiones ecuatoriales se eleva y fluye
hacia los polos, su impulso genera en las capas de la atmósfera vientos
poderosos dirigidos en gran medida hacia el oeste. Estos chorros, que suelen
ser bastante estrechos, describen bucles de forma variable en torno a cada uno
de los hemisferios y provocan el desarrollo y la atenuación de grandes sistemas
meteorológicos, como las bajas presiones y los anticiclones. De esto se
desprende que cualquier método de previsión que se extienda más allá de uno o
dos días debe tener en cuenta las grandes transferencias de energía que generan
estos vientos de las capas superiores de la atmósfera.
La previsión meteorológica se basa en el conocimiento
del desarrollo y la evolución de estos sistemas atmosféricos. La primera
condición básica es averiguar lo que ocurre en el momento presente. Para
elaborar previsiones con una validez de una o dos horas bastan en muchos casos
los datos locales. Pero si se pretende cubrir más de dos días es necesario
hacer observaciones globales. Estas observaciones se hacen en tierra y en el
mar, en la superficie y en las capas altas de la atmósfera. Muchas son
mediciones directas hechas con instrumentos tradicionales, pero cada vez se
obtienen más datos a distancia, con ayuda de radares y satélites. La
información se recoge en todos los países del mundo, se comprueba, se
representa en mapas y se almacena en ordenadores o computadoras.
3
|
|
PREVISIÓN METEOROLÓGICA TRADICIONAL
|
Hasta la década de 1960 y la generalización
del uso de los ordenadores, las previsiones se elaboraban manualmente. Los
especialistas analizaban las posiciones e intensidades de los sistemas
meteorológicos valiéndose de observaciones representadas en mapas. Su
movimiento y evolución se predecía en función de la velocidad media de las
corrientes altas que les afectaban, considerando los cambios probables de tales
corrientes. Las intensidades se modificaban teniendo en cuenta si la pauta de
vientos reinante a altitudes elevadas provocaba una extracción neta de aire, lo
que a su vez determina una disminución de la presión en superficie, o lo
contrario. Los métodos eran básicamente gráficos y cualitativos, y resultaba en
particular difícil determinar de dónde vendrían nuevos sistemas. Las
previsiones eran útiles hasta un límite de unas 24 horas, y a partir de ahí
perdían exactitud rápidamente. Las previsiones para un día hechas en la década
de 1960 eran más imprecisas que las elaboradas ahora para tres días.
4
|
|
LA PREVISIÓN METEOROLÓGICA EN LA ACTUALIDAD
|
Meteorología con satélites
La mayoría de los
servicios meteorológicos utilizan información de los satélites para elaborar
sus previsiones. Fotografías como ésta del huracán Gloria revelan patrones y
movimientos que suministran pistas sobre la evolución de la tormenta. El clima
es vigilado y fotografiado de forma continua por los satélites en todo el
mundo, pero sigue siendo difícil predecir el tiempo porque hay muchas variables
implicadas. Los sensores infrarrojos ayudan a los meteorólogos en la
interpretación de las fotografías, ya que determinan la altura y temperatura de
las nubes.
Phototake NYC
Hace tiempo que se ha aceptado que la única
forma segura de elaborar previsiones meteorológicas útiles de más de un día de
validez es la llamada predicción meteorológica numérica o NWP (Numerical
Weather Prediction). El fundamento de la NWP es el conjunto de ecuaciones
matemáticas que rigen el comportamiento de la atmósfera. El primer intento de
NWP lo realizó Lewis Fry Richardson en 1922 y fracasó porque carecía de datos
suficientes y de ordenadores, aunque demostró que el método era viable. La
primera previsión experimental elaborada de esta forma se hizo en la
Universidad de Princeton en 1950 y se basó en un conjunto simplificado de
ecuaciones correspondientes a un modelo de la atmósfera con un solo nivel. La
previsión para 24 horas tardó en calcularse un día entero. Las continuas
mejoras del modelo matemático y el enorme incremento de potencia de los ordenadores
ha establecido la NWP como fundamento de la previsión meteorológica en todo el
mundo.
Las leyes físicas y las ecuaciones matemáticas
que gobiernan el movimiento de los fluidos se conocen bien desde hace más de un
siglo. Incorporan principios de conservación de momento, masa, energía y agua y
tienen en cuenta las leyes de la mecánica aplicadas a un fluido en una esfera
en rotación, así como leyes de termodinámica, radiación y comportamiento de los
gases. Se conocen el tamaño de la Tierra, su velocidad de rotación, la
geografía y la topografía, así como las variaciones diarias y estacionales de
la radiación solar incidente. Otros factores que deben tenerse en cuenta son la
reflectividad de la superficie (albedo), los fenómenos de fusión y evaporación,
la presencia de nubes, la lluvia, el rozamiento y las temperaturas oceánicas.
Muchos de estos factores varían durante el periodo cubierto por la previsión y
deben actualizarse.
El complejo conjunto de ecuaciones no se puede
resolver directamente para toda la atmósfera, y se adapta para distintos
puntos, cada uno de los cuales representa un área de la superficie terrestre.
El modelo se aplica a una extensa matriz de puntos que se proyecta como una
retícula en el modelo de la atmósfera. Cada punto abarca varios niveles
atmosféricos y puede considerarse como una pila de parcelas de aire, cada una
de las cuales representa un nivel determinado sobre el área de un cuadro de la
retícula.
Uno de los más potentes modelos de NWP
utilizados en la actualidad es el llamado Modelo Global, de origen británico;
está formado por 288 puntos situados en 217 círculos de latitud con 19 niveles
cada uno. El resultado de todo ello es un conjunto de ecuaciones que es preciso
resolver para más de un millón de ‘parcelas’ de aire con el fin de hacer que el
modelo avance un paso en el tiempo. Cada previsión parte de una primera
hipótesis del estado inicial de la atmósfera que se basa en una previsión a
corto plazo tomada de una ejecución previa del modelo y ajustada con ayuda de
millares de observaciones procedentes de todo el mundo. El modelo avanza en
pasos de tan sólo unos diez minutos, porque los cambios que sufre una parcela
afectan a sus vecinas. Este “paso de tiempo” se repite hasta cubrir el periodo
de previsión deseado. Una previsión para 24 horas exige más de un billón de
cálculos y en la actualidad se completa en aproximadamente cinco minutos. Los
grandes sistemas de NWP se perfeccionan continuamente a medida que mejora el
conocimiento de la atmósfera, aumenta la potencia de cálculo y avanzan las
técnicas matemáticas.
El espaciado de la retícula o resolución
horizontal del modelo descrito es de unos 100 kilómetros. Es un elemento
importante, porque determina la magnitud mínima de la perturbación atmosférica
que el modelo es capaz de predecir. Ni siquiera los modelos de mayor resolución
sirven para predecir un chubasco o una tormenta con toda exactitud, aunque sí
son capaces de señalar las áreas en las que podrían producirse estos fenómenos.
También es importante la resolución vertical del modelo, porque con frecuencia
se producen variaciones importantes de los vientos y la humedad que abarcan
profundidades inferiores a 1 km, sobre todo cerca de la superficie
terrestre y en las capas más altas de la atmósfera. Por ello los niveles del
modelo están desigualmente espaciados, y se acercan unos a otros en las capas
altas y bajas de la atmósfera.
Para aumentar el detalle en un área de interés
pequeña se puede anidar un modelo de resolución superior dentro del Modelo
Global. Se evita así la multiplicación de cálculos que resultaría de colocar
miles de nuevos puntos sobre todo el globo.
Pero los hombres del tiempo todavía cumplen
una función importante, pues deben compensar las insuficiencias del modelo,
tener en cuenta la información de última hora y valerse de su experiencia para
aumentar el detalle y la utilidad de las previsiones.
5
|
|
EVOLUCIÓN FUTURA DE LA PREVISIÓN METEOROLÓGICA
|
Las previsiones continuarán perfeccionándose gracias al
mejor conocimiento de la atmósfera, al refinamiento de los modelos de NWP y al
aumento de la potencia de los ordenadores. Es esencial disponer de más
observaciones mundiales de alta calidad. Para elaborar previsiones con un
alcance superior a cuatro o cinco días quizá sea necesario superponer las
calculadas por varios modelos de NWP a partir de condiciones iniciales
ligeramente distintas. El grado de coherencia de los resultados permitirá
asignar probabilidades a cada previsión y superar así los límites de las
previsiones definitivas.
6
|
|
PREDECIBILIDAD Y CAOS
|
La atmósfera está en perpetuo cambio. Teoría,
experimentación y experiencia sugieren que puede no haber ningún estado
atmosférico en el cual los principales sistemas de vientos permanezcan fijos en
una misma posición. Hay que añadir que afortunadamente, porque si las
depresiones siguiesen siempre la misma ruta, las áreas afectadas se inundarían
y en el resto no habría más que desiertos.
Un modelo perfecto, el conocimiento completo del
estado inicial de la atmósfera y un método de cálculo exento de errores tampoco
permitirían elaborar previsiones exactas con un alcance superior a una semana o
dos. Hay pruebas abrumadoras de que la atmósfera es intrínsecamente inestable
frente a irregularidades que actúan a pequeña escala. Así, una tormenta aislada
puede afectar a la evolución y la trayectoria de una gran depresión; a su vez,
la tormenta podría haberse formado bajo la influencia de una insolación breve.
Esto significa que, aunque los grandes sistemas meteorológicos admiten
previsiones con un margen de hasta unos siete días, nada indica que sea posible
elaborar previsiones detalladas más allá de este horizonte.
La circulación atmosférica puede considerarse como una
combinación de dos tipos distintos de sistemas. La rueda de una ruleta obedece
básicamente al azar, porque diferencias mínimas del avance de la bola, mucho
menores de lo que es posible medir, ejercen una influencia enorme en el
resultado. Por el contrario, una bola arrojada a un plato sometido a un
movimiento de rotación estable oscilará siguiendo una trayectoria previsible;
se habla en este caso de movimiento determinístico. La atmósfera es en parte
determinista y en parte aleatoria, y a esto se llama sistema caótico. Las
oscilaciones de las poderosas corrientes de chorro de las capas altas de la atmósfera
pueden mantenerse invariables durante muchos días, mientras los sistemas
meteorológicos se desarrollan, evolucionan y se atenúan con regularidad.
Súbitamente, la pauta de las corrientes altas cambia un poco y las trayectorias
que siguen las depresiones se alteran por completo o quedan estacionarias.
Zonas expuestas durante días al viento y la lluvia sin apenas descanso pasan a
encontrarse bajo los cielos claros de un anticiclón.
Monzones,
tormentas tropicales y tornados
Monzones, tormentas tropicales y tornados
Sin la atmósfera, la vida en la Tierra no existiría. La
atmósfera filtra los rayos solares, retiene más del 50% de su energía y
amortigua las variaciones de temperatura en la superficie del globo. Más de la
mitad del total del aire contenido en la atmósfera se encuentra en los cinco
primeros kilómetros de la troposfera, cuyo espesor de unos 10 km contiene las
tres cuartas partes de la masa atmosférica.
Las masas de aire están en continuo movimiento: el aire
caliente se dilata y al ser más ligero tiende a elevarse; el aire frío, por el
contrario, se comprime y tiende a caer. Del mismo modo el aire húmedo es más
ligero que el aire seco.
Los vientos soplan desde las altas presiones, anticiclones
(aire frio), hacia las bajas presiones, ciclones o depresiones (aire cálido y
húmedo); cuando dos masas de aire entran en contacto se produce un frente que
perturba el tiempo atmosférico. Estas perturbaciones dan lugar a sistemas
nubosos y lluvias.
La violencia o duración de estas tormentas puede causar catástrofes
naturales, acompañadas siempre por pérdidas materiales y de vidas humanas. Los
fenómenos atmosféricos más significativos y destructivos son los monzones, las
tormentas tropicales y los tornados.
Monzones
Los monzones son vientos estacionales que soplan, bien del
continente, bien del océano, acompañados de lluvias concentradas en una
estación lluviosa de gran intensidad (verano), y una estación seca (invierno).
La causa de la formación de estos vientos es la diferencia de presión
atmosférica entre el continente y los océanos; las variaciones de temperatura
del aire continental son más fuertes que las de las masas de aire marítimo. Los
monzones influyen en el clima de la India, Bangladesh, Sureste asiático y, en
menor medida, del norte de Oceanía, Golfo de Guinea y Madagascar.
El clima del subcontinente indio es un ejemplo del más
clásico y característico clima monzónico. Al principio del invierno, las altas
presiones se centran en el continente, enfriado por las bajas temperaturas
reinantes, mientras que sobre las aguas del Océano Índico se centra el área de
bajas presiones. El viento del noreste diverge, pues, del continente hacia el
mar. El movimiento desplaza aire frío desde el Himalaya y el norte de la India
hasta el Océano Índico, originando el monzón de invierno, que da lugar a un
clima fresco, seco y soleado en la India durante el invierno.
Con la llegada del verano, el modelo se invierte. En el sur
de Asia, recalentado por las elevadas temperaturas, algunas zonas del norte y
el centro de la India alcanzan temperaturas superiores a los 40 °C, las bajas
presiones situadas en el continente aspiran el aire de las altas presiones
localizadas, esta vez, en el Océano Índico. Las masas de aire se ponen en
movimiento desde el mar hacia el interior de la tierra en dirección noreste
originando el monzón de verano, viento cálido y húmedo, que al chocar con los
relieves costeros provoca lluvias de gran intensidad durante la estación
cálida.
El Himalaya forma una barrera que obliga a las masas de aire
cálido y húmedo a descargar su humedad sobre el sur de Asia. Las laderas sur
del Himalaya reciben gran cantidad de precipitaciones, mientras que las del
norte reciben pequeñas cantidades. Este efecto orográfico también se reproduce
en la costa suroeste de la India por la presencia de las montañas Ghates
Occidentales. Así, algunas zonas de la India reciben enormes cantidades de
precipitaciones durante la temporada monzónica de verano; Cherrapunji, al
noreste, recibe más de 12.000 mm de lluvias cada año, la mayor parte durante el
verano.
Las lluvias de verano causan graves inundaciones en
Bangladesh y en otras regiones monzónicas. En estas regiones, mucha gente
construye sus casas sobre pilares previendo las inundaciones anuales. Aún así,
estas lluvias son esenciales para los cultivos, especialmente después de seis
meses de clima monzónico invernal seco. Cuando las lluvias monzónicas no son
abundantes, se producen sequías y pérdida de cosechas.
Tormentas tropicales
Las tormentas tropicales son fenómenos meteorológicos de una
violencia extremada que se forman en el océano Océano Atlántico, el Océano
Índico y el Océano Pacífico, y afectan a ciertas regiones de los trópicos
lluviosos. Los que se forman en el Océano Atlántico y este del Océano Pacífico
son conocidos como huracanes; los formados en el oeste del Océano Pacífico se
conocen como tifones (en chino 'gran viento') y ciclones los formados en el
Océano Índico, willy-willies para los australianos y baguíos en
Filipinas.
Los huracanes y tifones se forman durante los meses más
calurosos del año en las zonas de calmas ecuatoriales cercanas al ecuador. El
aire cálido y húmedo se eleva, se enfría y se condensa formando nubes
tormentosas con fortísimas corrientes de aire en su interior. A medida que los
vientos se hacen más fuertes, comienzan a arremolinarse alrededor de un centro
de bajas presiones llamado el 'ojo de la tormenta' y debido a la presencia de
corrientes descendentes en el centro de la perturbación. Los tifones y
huracanes giran en dirección contraria a las agujas del reloj en el hemisferio
norte y en dirección a las agujas del reloj en el hemisferio sur como resultado
de la rotación terrestre. Desde el borde de la tormenta hasta su centro, la
presión atmosférica desciende y la velocidad del viento aumenta.
Las tormentas tropicales se desplazan arrastradas por los
vientos alisios hacia el oeste, ganando fuerza a medida que acumulan la humedad
del aire. Sobre los océanos, las tormentas producen vientos de gran violencia,
lluvias torrenciales y el ascenso del nivel del mar. Las tormentas comienzan a
disiparse una vez que alcanzan tierra firme, debido a la paulatina ausencia de
su fuente de humedad oceánica.
Los tifones y huracanes son especialmente perjudiciales en
las zonas costeras bajas, en las que provocan destrucción general como
consecuencia de mares agitados, desbordamiento de ríos y fuertes vientos.
Gilbert, el huracán más fuerte que se ha producido en el siglo XX, devastó en
1988 Jamaica y zonas de México con vientos racheados de hasta 350 km/h.
El diámetro del área afectada por estos vientos de gran
fuerza destructiva puede superar los 240 km. Los vientos de tormenta prevalecen
sobre una amplia área, de unos 480 km de diámetro. En el ojo de la tormenta,
cuyo diámetro suele ser de unos 24 km, se produce una zona de vientos en calma
y ausencia de nubes.
La fuerza de una tormenta tropical se mide de uno a cinco;
las tormentas más suaves, de categoría uno, tienen vientos de al menos 120
km/h, las más fuertes y excepcionales, de categoría cinco, tienen vientos que
superan los 250 km/h.
En el hemisferio norte, las tormentas suelen desplazarse
primero en dirección noroeste. A medida que se desplazan hacia altas latitudes,
los vientos del oeste las hacen girar hacia el noreste. En el Océano Atlántico
norte, los huracanes afectan al Caribe, al este de México y al Sureste de
Estados Unidos. Algunos huracanes giran más al norte y se desplazan por toda la
costa de Estados Unidos y Canadá. En el Océano Pacífico este, los huracanes a
menudo baten las costas del oeste de México. Los tifones afectan al Sureste
asiático, China y Japón en el Océano Pacífico oeste. En el norte del Océano
Índico, los ciclones afectan a la India y a otros países del sur de Asia.
En el hemisferio sur, los ciclones generalmente se dirigen
hacia el suroeste y posteriormente hacia el sureste. Estos ciclones azotan la
costa sureste de África, Madagascar, norte de Oceanía, Indonesia y las islas
del sureste del Océano Pacífico.
Para poder estudiar los ciclones y huracanes, los
científicos vuelan en avión al interior de las tormentas y miden la dirección y
velocidad de los vientos, la localización y el tamaño del ojo de la tormenta,
las presiones en el interior de las tormentas y la estructura térmica. Los
meteorólogos también utilizan radares, intrumentos de grabación situados en el
mar y satélites meteorológicos geosincronizados. Los perfeccionados sistemas de
predicción y comunicaciones han ayudado a minimizar las pérdidas humanas, pero
los daños causados por pérdidas materiales aún son considerables, especialmente
en zonas costeras.
Tornados
La velocidad que alcanza el viento puede superar los 400
km/h, aunque se estima que ha habido velocidades superiores en tormentas
extremadamente fuertes (805 km/h). Los tornados, aunque de corta vida, son las
tormentas más violentas del planeta.
Los cumulonimbos son nubes enormes y oscuras, que se crean
cuando un frente frío se encuentra con una masa de aire húmedo y caliente.
Estas nubes de rápida formación, generan tormentas en las que el aire caliente
se eleva con rapidez, creando una poderosa corriente ascendente. En la parte
superior de la tormenta, fuertes vientos cruzados comienzan a hacer girar el
área central de la corriente ascendente formando un torbellino. Los vientos
incrementan la velocidad de esta corriente, acumulando más humedad en el
interior de la tormenta. El torbellino gira en círculos cada vez más cerrados,
aumenta su velocidad y crece en altura a través de las nubes. Finalmente, el
tornado, con forma de embudo, desciende desde el fondo de la nube y alcanza la
tierra con gran intensidad.
Los fuertes vientos destruyen todo lo que encuentran a su
paso. Además de acumular polvo, que hace que el tornado sea visible, la fuerte
corriente ascendente puede succionar todo tipo de objetos, coches, tejados,
árboles, animales e incluso personas. A menudo se puede detectar la ruta de un
tornado por la destrucción que va dejando a su paso.
Un tornado puede medir desde unos pocos metros hasta
aproximadamente un kilómetro de ancho cuando alcanza el suelo. Puede recorrer
distancias que varían desde pocos metros hasta 8 ó 10 km, en termino medio. La
mayoría de los tornados sólo duran unos pocos minutos, pero los de gran
intensidad pueden durar más de una hora. Un solo sistema de tormentas que dure
unas horas puede generar varios tornados a la vez que cubren grandes
distancias.
La mayoría de los tornados giran en dirección contraria a
las agujas del reloj en el hemisferio norte y en dirección a las agujas del
reloj en el sur, pero en ocasiones pueden invertir este comportamiento. Los
tornados de alta mar, llamados trombas marinas, son más débiles y se producen
con mucha frecuencia en aguas tropicales.
Los tornados son más comunes y tienen mayor fuerza en las
latitudes templadas, Estados Unidos, Europa occidental, Japón, India,
Sudáfrica, Argentina y Oceanía. Los tornados más violentos ocurren en la zona
central de los Estados Unidos, donde a menudo se forman a principios de la
primavera; la mayor frecuencia de tornados tiene lugar en un área llamada
'Tornado Alley', que se extiende desde Texas y Oklahoma hasta Kansas y Iowa.
Aunque los tornados son difíciles de predecir, los
científicos suelen detectar los más grandes con radares Doppler y advertir a
los residentes de las zonas afectadas.
Ciclón
Ciclón, en meteorología, zona de baja presión atmosférica rodeada
por un sistema de vientos que en el hemisferio norte se mueven en sentido
opuesto a las agujas del reloj mientras que giran en sentido contrario en el
hemisferio sur. Una zona correspondiente con vientos de sentido contrario se
llama anticiclón. A los ciclones se les llama comúnmente borrascas. El término
ciclón se ha utilizado con un sentido más amplio aplicándolo a las tormentas y perturbaciones que acompañan a
estos sistemas de baja presión, en particular a los violentos huracanes tropicales y a los tifones, centrados en
zonas de presión extraordinariamente baja.
GRACIAS POR SU VISITA, ESPERO QUE LE GUSTE MI PUBLICACIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario